La experiencia de Altagracia con los mayores: "Tus brazos tienen utilidad si se extienden para ayudar a los demás"

Cáritas Madrid 1 de Octubre de 2019

Hace ya un año y medio que Altagracia llegó a la Residencia de Personas Mayores “Fundación Santa Lucia” de la mano de la comunidad de religiosas  Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha. "Aquí vivimos el placer de servir a ese Dios, que se hace presente en el rostro de cada uno de los abuelos. Es una manera de ser útiles al proyecto de Dios", afirma.

Hace ya un año y medio que Altagracia llegó a la Residencia de Personas Mayores “Fundación Santa Lucia” de la mano de la comunidad de religiosas  Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha. "Aquí vivimos el placer de servir a ese Dios, que se hace presente en el rostro de cada uno de los abuelos. Es una manera de ser útiles al proyecto de Dios", afirma.


Cáritas Madrid. Octubre de 2019.- Hace ya un año y medio que Altagracia llegó a la Residencia de Personas Mayores “Fundación Santa Lucia” de la mano de la comunidad de religiosas  Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, una congregación que nació a raíz de los 10 años de guerra en Cuba, de la que quedaron muchos niños huérfanos y abuelos desamparados. Ahora vive y convive con los mayores de la residencia de Cáritas Diocesana de Madrid. Ella nos cuenta su experiencia:

 

 

¿Cómo llegasteis a este proyecto?

Cáritas Madrid estaba buscando una comunidad que viniera a este proyecto a colaborar y nuestra congregación estaba buscando un proyecto donde poder destinar a sus hermanas porque solo teníamos una comunidad aquí y queríamos instaurar otra. En ese camino de búsqueda nos encontramos y nos complementamos de esa manera. Ahora estamos aquí tres hermanas y una novicia de segundo año.

 

Este proyecto de mayores ¿Qué os aporta?

A nosotras nos da plenitud, humanidad, la capacidad de sentir con el otro, de que somos valiosas, queridas, porque nos quieren mucho, igual que nosotros a ellos.  Nos aporta eso, el placer de servir a ese Dios que se hace presente en el rostro de cada uno de los abuelos, nos parece que es una manera de ser útiles al proyecto de Dios. Esa satisfacción de servir, de entrega, de ver la sonrisa de un abuelo que te agradece el pequeño gesto que le haces, eso aporta mucha satisfacción.

 

¿Y qué es lo que crees que aportáis al proyecto?

La alegría, la sonrisa, que les damos cariño, seguridad. La sensación de sentirse en familia. Sobre todo yo creo que la seguridad de que no están solos, que estamos con ellos. Por la noche, cuando se acuestan nosotras, después de rezar, vamos a ver como esta cada abuelo en la cama, la mayoría están despiertos esperando su medicación o algo, y saber que estamos por ahí les da paz, les tranquiliza. Alguno dice “¡Ay! llegó mi ángel de la guarda” porque necesitan algo y estaban en espera. Eso es precioso.

 

Si te digo “Vidas que cambian otras vidas”, ¿qué te sugiere?

Desde que me lo dijiste me impacto, porque yo creo que la vida adquiere sentido cuando cambias otras vidas. Porque nosotras aquí no les vamos a cambiar su realidad, pero podemos cambiarle la vida y la forma en que enfrenten su realidad. Debería ser ese lema para todo el mundo, todos debemos querer cambiar la vida de otros.

Yo desearía que el día a día de la gente que esta a nuestro lado sea un sol que nos ilumine cada día y nos alegre el rostro.

 

¿Crees que el trabajo que desarrolláis aquí cambia la vida de los residentes?

Si, yo si lo creo. Si no lo creyera no estaría aquí e incluso el personal que viene también ha sentido un cambio en sus vidas. Nosotras cada mañana antes de empezar el trabajo damos por megafonía la oración y un mensaje y alguna persona después nos dice lo que le ayudan estas oraciones y mensajes y eso es hermoso.

 

¿Estáis a gusto en el proyecto?

Felices, estamos felices. De luna de miel –ríe-. Antes de llegar aquí estaba en un centro educativo con niños de 2 a 11 años, coordinando el nivel inicial con sus respectivas maestras, estaba encantada y me dijeron que me necesitaban por unos meses en España, “pero como me voy a ir en mitad del curso escolar”- le dije a mi superiora y me respondió, “para el inicio del próximo curso estas de vuelta”. Así que me vine  y cuando llegué, la llamé y le dije “de aquí no me muevo” (más risas).

 

Supongo que en este tiempo habrá habido momentos buenos y otros no tan buenos...

Son tantos, que me lo pones muy difícil. Hemos tenido unos momentos muy entrañables con las familias, de hecho en el momento que murió la primera abuela, cuando llegué aquí, fue hermoso porque fue tan de Dios, tanto. Ella era una persona muy de fe y aunque tenía un Alzheimer avanzado su fe se transmitía y fue para mí un honor acompañarla en ese proceso final junto a su hija también. Los últimos días estuvo en cama y acompañarlas me marco, como valoraron nuestro acompañar, como la dejaron ir en paz. Después de que falleció han vuelto a vernos y eso es muy valioso para nosotros, que vuelvan las familias a vernos aunque su familiar ya no esté con nosotros. Eso confirma que el trabajo y trato humano que aquí damos les marca, porque aunque pierden el vínculo afectivo vuelven a vernos.

 

Y los ratos difíciles, ¿cómo se llevan?

Para mí, es cuando se llevan a alguno al hospital. Esos son los momentos más duros, sobre todo, los que no tienen familiar, aunque nosotras les acompañamos, porque nunca van solos, en esos momentos de tanta fragilidad, es un momento muy duro para ellos. Porque aunque les acompañemos saben que van sin su familiar y es un momento muy difícil para los abuelos.

 

¿Merece igualmente la pena

¡Claro!. Todo ser humano llega a este mundo con un plan, nadie viene al mundo porque sí y lo importante es descubrir para que viniste a este mundo y para lo que Dios te crea es para ser feliz. Pero solo serás feliz si haces feliz a los otros. Te sientes realizado cuando ayudas a otra persona. Tus brazos tienen utilidad si se extienden para ayudar a los demás. Yo estoy cien por cien segura de que tú sales de tu propio dolor cuando te acercas a alguien que tiene preocupaciones y le haces sonreír; por eso, animo a todo el que lea esta entrevista a que haga eso mismo y contagie a otros para que su vida tenga sentido, para que su vida sea para lo que Dios nos creó, para servir, para amar y para ser feliz.

Para terminar me gustaría destacar que todo ser humano tiene la obligación de marcar la diferencia, con pequeños gestos, porque la mayoría estamos invitados a marcar la diferencia en el mundo que tenemos, no a transformar el mundo.

 

Me llama la atención que se propaga mucho que en el mundo no hay paz, se dice, pero no es verdad, porque si en tu corazón hay paz, en el mundo habrá paz y en estos días de Navidad que se habla tanto de compartir, de solidaridad, viene muy bien una historia que ilustra esta reflexión: “Había un señor que todos los días iba a la playa, porque cuando la marea subía sacaba todas las estrellas del mar y cuando bajaba las dejaba varadas en la orilla y no podían volver. Así que todos los días recogía las estrellas y las devolvía al mar. Otro señor que un día se le quedó mirando le preguntó- ¿qué haces?- a lo que él respondió -  pues estoy devolviendo las estrellas al mar- Y el otro le dijo: -estas haciendo el tonto, no ves que estas perdiendo el tiempo, no consigues nada con eso porque lo mismo que pasa en esta playa, pasa en muchas otras del mundo- Así que él, cogió una estrella, le miró y le dijo: -Mira para esta estrella si que marco la diferencia- y la tiró al mar. Cambió la vida de esa estrella, porque la vida esta llena de pequeños detalles que son los que marcan la diferencia.


 

¿Quieres conocer nuestros proyectos con mayores?

PROYECTOS DE CÁRITAS MADRID CON LOS MAYORES. PINCHA AQUÍ

 

 

¿Quieres conocer nuestras experiencias?

- LA EXPERIENCIA DE ALTAGRACIA CON LOS MAYORES: "TE DAS CUENTA DE QUE TUS BRAZOS TIENEN UTILIDAD SI SE EXTIENDEN PARA AYUDAR A LOS DEMÁS"

 

- CREAMOS PUENTES CON LAS GENERACIONES DEL FUTURO: CAÑADA REAL EN LA RESIDENCIA SANTA LUCÍA

 

- CERCA DE TÍ: ELENA Y GISELA (COPE)

 



 

 

Volver