San Felipe Neri o la dicha de tener siempre presente ‘la alegría’

Desde hace poco menos de un año colaboro como voluntaria en el Proyecto San Felipe Neri; pero en mis inicios, no tenía ni idea de quien era este Santo. Sinceramente, ni siquiera había oído nada acerca de esta venerable persona, ni de por qué se le conoció en su época, ni de que fue beatificado por Pablo V en 1615 y canonizado por Gregorio XV en 1622.

Fue por medio del párroco de mi iglesia que tuve conocimiento de que, incluso, había una película dedicada a este Santo, rodada en 2010 y titulada “Prefiero el Paraíso”, la cual, por supuesto, ya he podido disfrutar.

Tras celebrar su onomástica, el día 26 de mayo, empecé a indagar más sobre la figura de este Santo que, por lo que pude averiguar, fue un sacerdote católico muy relevante en su época, existiendo incluso una escultura suya en el Vaticano, la cual tuve la oportunidad de admirar en mi última peregrinación a Roma por el Año Jubilar.

San Felipe Neri -en italiano Filippo Romolo Neri- nace el 21 de julio de 1515 en Florencia, y fallece el 26 de mayo de 1595. También es llamado el Apóstol de Roma. Estudió Humanidades. Solía retirarse a una pequeña capilla de la montaña que pertenecía a los Benedictinos de Montecasino, donde encontró su vocación, y decidió partir a Roma.

La película es bastante fidedigna con lo que se conoce de este Santo, ya que plasma claramente su primera intención:  ser misionero en Asia. Pero finalmente desistió -o le hicieron desistir-, hecho justificado por su don natural para relacionarse con los jóvenes y atender a los más desfavorecidos, labor tan necesaria en ese momento.
Fundó la Congregación del Oratorio, una sociedad de clero secular dedicada al cuidado pastoral y la obra caritativa, enfatizando en la santidad personal y el servicio directo a los demás, y priorizando la educación de los jóvenes y el cuidado de los pobres y enfermos. 

De su personalidad cabe destacar su don más característico: la alegría, además de tener por virtud la humildad y la caridad, las cuales transmitía en cualquier situación consiguiendo un ambiente alegre gracias a su buen humor. Cualquier momento era idóneo para acercarse a las personas, provocar su risa y hacer bromas, y de esta forma conseguir que los cristianos vivieran su fe de manera más auténtica y profunda.

Son muchas las frases destacadas de San Felipe Neri, pero su lema más distinguido era “Alegraos en el señor siempre”.

Ana García Andrade