¿Qué nos trae la Navidad?

La Navidad tiene muchos aspectos y facetas, por lo que cada cual puede vivirla de formas muy diferentes. Es consumo, compras, fiestas, comidas y cenas, encuentros familiares, reuniones sociales…

Para los cristianos es la celebración del nacimiento de Jesús y esto se convierte en lo central de la Navidad. Pero al ser una fiesta social, que se hace notar en todos los contextos y entornos, no podemos sustraernos a esa otra primera parte que he señalado.

Y de todo ello, voy a fijarme en dos aspectos. Uno es el encuentro familiar. Nos reunimos las familias más o menos grandes, con niños o solo de adultos, con nuestros mayores y con la presencia de los que no están. Procuramos juntarnos, sentir que no estamos solos. Quizás con familiares lejanos a los que solo vemos una vez al año, pero nos juntamos. Buscamos sentir que pertenecemos a algo más grande, sentirnos unidos, conectados a los que están y a los que se fueron. Podemos aprovechar para sentir esta sensación plenamente: estamos juntos, unidos en la humanidad compartida, todos diferentes pero todos hechos de la “misma pasta”. Vivos, sintientes, humanos y humanas. Con las mismas necesidades de afecto, de compañía, de pertenencia. Disfrutemos solo de eso, de sentirnos juntos en esa noche, en ese día especial.

Otro aspecto de estas fechas es el astronómico: cambiamos de estación y comienza el invierno. En nuestra latitud, con el solsticio de invierno termina la fase en que los días se acortan y poco a poco, comienzan a alargarse las horas de luz. Si somos sensibles a esto, notaremos que la naturaleza lo anuncia: las pequeñas yemas de los árboles ya están en sus ramas y se abrirán en primavera dando lugar a hojas y flores. Estos días de Navidad anuncian la llegada de la luz y con ella, de la esperanza y de la vida. En estos días quizá podamos pasear por un parque o por el campo y observar estos detalles que la naturaleza nos regala.