Primer domingo de Cuaresma. Las tentaciones
Pilar Algarate 18 de Febrero de 2024Lecturas: Gn 9, 8-15 / Sal 24 / 1 Pedro 3, 18-22 / Mc 1, 12-15
Comenzamos este primer domingo de Cuaresma donde el evangelio nos sitúa en una realidad que rodea nuestra vida cotidiana y nos hace vulnerables a su brillo. Podemos llamarla de muchas maneras: tentación, prueba, e incluso los más atrevidos pueden decir que es cosa del demonio, pero la cuestión no está en el nombre sino en nuestro interior, en nuestro corazón.
Evangelio según San Marcos 1, 12-15
En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían.
Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: "Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio".
Palabras del papa Francisco
Cada año, al comienzo de la Cuaresma, este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal.
En el tiempo de Cuaresma, el Espíritu Santo nos empuja también a nosotros, como a Jesús, a entrar en el desierto. No tengáis miedo del desierto, buscad más momentos de oración, de silencio, para entrar en nosotros mismos.
Estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones. Nos encomendamos a la intercesión maternal de la Virgen María.
(Ángelus, 21 febrero de 2021)
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cuáles son las tentaciones más habituales, que amenazan tu coherencia de vida?
2. ¿Qué podemos aprender de las actitudes de Jesús ante las tentaciones?
Oración
No tengas miedos de mirarte dentro, descubrirás que el amor está a un paso.
No tengas miedo de mirarme a los ojos, yo me haré cargo de tu inquietud y de tu incompleta purificación de luz.
No tengas miedo, yo bendigo tu misericordia cuando se vuelve abrazo, tu piedad cuando se vuelve ternura, tu dolor cuando se hace pan.
No tengas miedo, habrá paz también para ti, ya que mi corazón está en casa solo junto al tuyo. Amén