‘Prestarse’ a las personas migrantes para acogerlas desde la calidez y la libertad

20 de Septiembre de 2023

“Las personas migrantes, profetas del proyecto de Dios”. Así nos lo recuerda nuestro arzobispo de Madrid, José Cobo, con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que celebramos este 24 de septiembre, y por lo cual se han organizado diferentes actos de sensibilización y apoyo a las personas migrantes en la diócesis.

Entre ellos, el encuentro que ha tenido lugar este miércoles, donde un grupo de personas expertas han abordado la migración desde diferentes puntos de vista: desde un enfoque legal, de derechos humanos, desde el punto de vista de la Iglesia y desde la vivencia personal.

Partimos de una realidad, no siempre amable, que ya dibujaba don José Cobo, donde quienes emigran se encuentran con “un sistema político y económico excluyente, y el más salvaje capitalismo que no tiene misericordia con los más pobres”. La migración ha aumentado, pero también ha aumentado la hostilidad hacia la migración, los países de acogida ponen barreras y las leyes no favorecen una verdadera acogida e inclusión.

No debemos olvidar que migrar es, y debe ser, un derecho, y una decisión libre, donde la personas tenga plena capacidad y libertad para decidir si irse o quedarse. Así lo ha destacado José Manuel Aparicio, profesor de la Universidad de Comillas. Muchas personas abandonan su país por amenazas o presiones, y muchas otras se ven obligadas a regresar a su país de origen por presiones en el país de acogida.

Tampoco podemos obviar el aporte cultural, social y económico que supone la migración. La persona que emigra lo hace con toda una ‘mochila’, con sus problemas y también con su cultura. Esto es, como señala Aparicio, el reto y “el desafío de construir sociedades multiculturales y enriquecernos con la migración”.

Por su parte, Tíscar Espigares, responsable de la Comunidad de Sant'Egidio en Madrid, denuncia la “falta de proyectos europeos para salvar la vida de quienes migran, cuyo resultado es el aumento del número de muertos y desaparecidos en el mar”. Y es que según Espigares Europa se empeña en frenar la migración sin valorar su aporte social, debería “preocuparse no en frenar, sino en cómo integrar y acoger”.

Estos ‘frenos’ son más que palpables a la hora de facilitar a las personas migrantes el acceso a un trabajo o a asistencia médica. Ana Bosch, abogada experta en extranjería, ha señalado este aspecto, y ha planteado la responsabilidad que tienen las instituciones de cumplir la ley, que apela directamente a la dignidad de las personas y a salvaguardar sus derechos humanos. “Si no garantizamos estos derechos, estamos sometiendo a las personas migrantes a estar en una situación de gran vulnerabilidad y a ser potenciales víctimas de abusos”.

Rufino García, delegado episcopal para la Pastoral de Movilidad Humana de la archidiócesis de Madrid, ha hablado acerca de cómo es la acogida por parte de la Iglesia de Madrid. Se trata de “una acogida ‘por’ las personas migrantes, no ‘para’, donde sean ellas protagonistas”. Y es, matiza, una acogida “inclusiva, con calidad y calidez”. 

Al hablar de migración no hablamos de cifras, hablamos sobre todo de vidas, de personas, de hombres, mujeres, madres, hijos… de la historia y el rostro de quienes deciden salir de su país.

Un ejemplo de estas vidas que deben reinventarse es el de Laura Facal, ella vino a España desde Argentina en plena pandemia, junto a su marido y sus hijas, y tuvo que empezar de cero. Tras periodos de búsquedas y decepciones, encontró “una verdadera ‘familia’”. Porque asegura Laura que “partir de cero no es solo no tener dinero o trabajo, sino no tener familia”. Por eso ha instado a la necesidad de acoger ofreciendo algo más que un hueco. “Acoger es compartir un café, hay quienes llegan con dinero y casa pero necesitan ser escuchados; si no puedes prestar espacio, puedes ‘prestarte’ como persona”.

Para Cáritas Diocesana de Madrid estos puntos de vista contribuyen a ver la migración en su globalidad, para abordarla no como un problema, sino como un enriquecimiento intercultural, como un derecho, como un proceso libre para así “construir un nosotros cada vez más grande”, como nos dice el papa Francisco.

En este proceso nuestro arzobispo define a las personas migrantes como “profetas del proyecto de Dios”. Porque, asegura, “Dios no se pone de perfil, sino que toma partido y lo hace de parte de las personas que se ven obligadas a migrar”. Y por eso nos invita a ‘tomar partido’ ante la realidad de la migración, que vemos en los barrios de la archidiócesis de Madrid. La acogida como comunidad cristiana a quienes llegan a nosotros “está dando una cara nueva a la Iglesia”. 
 

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Resumen intervenciones migración, 23 septiembre
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