‘En la vejez seguirán dando fruto’

María se ríe; es una carcajada sonora, contagiosa. Tiene el pelo blanco, luminoso y los ojos traviesos. Han venido Rosa y Maruja, de la parroquia, a charlar un rato y acaba de contarles una historia de cuando su Antonio y ella se hicieron novios hace ya casi setenta años. ¡Ay, su Antonio, que la dejó solita hace cinco! Aunque lo echa de menos, se siente querida y arropada por las amigas de la parroquia, que la visitan, charlan, la acompañan al médico cuando necesita, rezan juntas… Rosa y Maruja salen de su casa bien contentas, la verdad es que son un regalo estos ratos con María. 

El de María es uno de los tantos casos de personas mayores a quienes se acompaña desde las Cáritas parroquiales, y a quienes homenajeamos este 1 de octubre Día Internacional de las personas de edad. 

En la Iglesia sabemos bien qué tesoro se esconde en las personas mayores, ahora más vulnerables, más necesitadas, quizá más solas, quizá a veces tristes o encerradas en sí y también sabias, capaces de dar amor y agradecerlo, de acariciar con la mirada y la sonrisa, con un sentido del humor y una capacidad de aceptación bien entrenados.  

Por eso son muchas las ganas y los recursos que queremos destinar a acompañarlas. En casi doscientas veinte parroquias de Madrid se están desarrollando actuaciones con personas mayores, de las cuales el 60 % corresponden a un acompañamiento individual – personal–, y el 40 % restante son actividades de carácter grupal – relacional. Este trabajo está dando respuesta a unas 6.115 personas mayores gracias a la labor y cercanía de miles de personas voluntarias.

Cada persona cuenta, tiene necesidades particulares, algunas no lo tienen fácil para acudir a la parroquia por problemas de movilidad o de otro tipo. Y siguen necesitando cariño y relación, y algún apoyo concreto. Por eso, se desarrollan actuaciones de acompañamiento individual. También son posibles, y necesarias, las actividades de carácter grupal cuando las personas mayores pueden moverse, encontrarse, aprender y divertirse juntas.

Esta información es motivo de alegría para toda la comunidad cristiana, nos habla de capacidad para el cuidado, habla de una sensibilidad personal y comunitaria, atenta a las personas que tanto han servido durante sus vidas y que ahora necesitan seguir formando parte de su Iglesia, seguir, dentro de ella, dando y recibiendo amor.