En el residencial JMJ trabajamos en el bienestar emocional y social de los menores

En el residencial JMJ de Cáritas diocesanas de Madrid se trabaja, además de con padres y madres para buscar una salida laboral que les permita ser autónomos, con los niños y niñas a través de espacios de ocio y refuerzo educativo (EASE), con lo que concilian y ayudan a la inclusión de los menores.

Desde este espacio seguro para los niños y niñas se trabajan diferentes competencias que consideramos importantes abordar en la sociedad en la que vivimos.  Una de estas competencias es la percepción y conciencia de las propias emociones que están involucradas y nos afectan en nuestra forma de actuar y de ser en nuestro día a día. Para trabajarla, en el residencial se han incorporado dos medidas.

La primera de ellas se trata de un buzón a través del cual, los niños pueden escribir sobre sus vivencias, preocupaciones o mensajes para sus compañeros, incluso aquellos que les generan vergüenza compartir de forma verbal. Este acto no solo les permite liberar sus emociones, sino que también promueve la empatía y el apoyo entre ellos.

Y la segunda es que al iniciar la tarde, antes de la asamblea, los menores identifican sus emociones utilizando un emocionómetro, donde colocan una pinza en la emoción que les representa ese día. Este ejercicio inicial les brinda la oportunidad de reflexionar sobre su estado emocional y compartirlo con el grupo, fomentando así la comunicación abierta y el entendimiento mutuo.

Gracias a estas dinámicas, los niños y niñas están desarrollando habilidades para identificar y expresar sus emociones, lo que está contribuyendo a la creación de un ambiente más cohesionado y comprensivo. Esta experiencia está demostrando ser un paso significativo hacia su bienestar emocional y social, ayudándoles a crecer en un entorno que valora sus sentimientos y les brinda las herramientas necesarias para enfrentarse a sus retos diarios.