Domingo de la Divina Misericordia

Pilar Algarate 16 de Abril de 2023

El segundo domingo de Pascua, se celebra la fiesta de la Divina Misericordia, instituida por san Juan Pablo II. Lecturas del día: Libro de los Hechos de los apóstoles (2,42-47). Sal 117. Primera carta del apóstol san Pedro (1,3-9). Evangelio según San Juan (20,19-31): "Bienaventurados los que crean sin haber visto".

Cristo ha resucitado, y la verdad es que no es fácil interiorizar en toda su profundidad la experiencia de Pascua: al que asesinaron por hablar de Dios Padre y trabajar por una sociedad fraterna, Dios no le abandonó, lo resucitó y está vivo y camina con nosotros.

Estos domingos de Pascua estamos convocados para ir poco a poco asumiendo la experiencia, la paz y esperanza que provoca la Resurrección de Jesús. El Señor quiere limpiar nuestras vidas, purificar nuestro corazón para que, unidos a Él, sepamos captar su mensaje. Vivamos como comunidad este tiempo pascual.

Hoy la Palabra nos hace ver la fuerza transformadora de la Resurrección de Jesús. Nos trae su paz, y la misericordia de Dios Padre. Están en juego nuestras vidas y las de tantos y tantas personas con quienes convivimos. No podemos dejar pasar esta oportunidad de ser "tocados" por el Señor, por su Palabra que trae vida, que provoca vida, que hace crecer lo mejor que hay en cada uno de nosotros. Así lo vivieron, como vamos a escuchar, las primeras comunidades cristianas. Así estamos invitados a hacerlo nosotros.

"Bienaventurados los que crean sin haber visto"

Hace una semana, en la noche santa de la Pascua del Señor, celebrábamos al Jesús resucitado, compartíamos su fiesta, su vida. Cada uno lo vivimos desde nuestras casas, aislados; pero todos vivíamos la misma alegría, la misma gran noticia salvadora; y nos teníamos presentes mutuamente. Ahora, en este domingo, volvemos a reunirnos en torno a Jesús; que viene a nosotros y nos da su paz. Nosotros, su familia, su comunidad, no podríamos vivir sin encontrarnos con Él, aunque sea desde nuestro confinamiento.

No solo resucitó Jesucristo, sino que con él lo hizo la comunidad. Una vez que Jesús resucita su empeño permanece intacto en el deseo de fecundar la comunidad, de la fraternidad en medio del mundo, que avanza por los caminos del reino de Dios y su justicia. La fuerza del Resucitado viene en favor de la comunidad para rehacerla y fundamentarla en una roca verdadera, en la fe firme de que el crucificado ha resucitado y vive para siempre. Que la muerte ha sido vencida, que el amor y la justicia han ganado la batalla y ahora todos somos de la vida, el Padre nos ha ganado en su gratuidad de amor extremo en Cristo. El maestro no se rinde ante el discípulo que fuera de la comunidad se resiste a creer. Lo busca, lo trae al centro de la comunidad, y en ella con un amor infinito le adentra en la experiencia de tocar la muerte vencida para encontrarse con su Señor y su Dios. Hoy vivir al resucitado es mantenernos en el empeño de una verdadera comunidad en la que cabemos todos y en la que se respeta el camino y el proceso de cada uno en su búsqueda de la verdad y del espíritu.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO

1.  ¿Qué es lo que hoy nos tambalea y nos hace dudar de nuestras convicciones cristianas?

2.  Comparte con los demás tus dudas de fe y cómo intentas superarlas.

3.  Jesús se hace reconocible a través de sus llagas. ¿Cuáles son las llagas en las que hoy hemos de reconocer a Cristo resucitado?

4.  La incredulidad de Tomás da paso a la adoración. ¿Cómo vivir en una actitud de adoración?, ¿cómo dar paso a la esperanza?

ORACIÓN

Dichoso tú, Tomás, que viste las llagas

y quedaste tocado;

te asomaste a las vidrieras de la misericordia

y quedaste deslumbrado;

palpaste las heridas de los clavos

y despertaste a la vida;

metiste tu mano en mi costado

y recuperaste la fe y la esperanza perdidas.

Pero, ¿qué hicieron después, Tomás, tus manos?

Ahora, ven conmigo

a tocar otras llagas todavía más dolorosas:

Mira de norte a sur, de izquierda a derecha,

del centro a la periferia, llagas por todos los lados:

las del hambriento, las del emigrante, las del parado,

las del sin techo, las del accidentado, las del enfermo, las del niño que trabaja, las del joven desorientado,

las de la persona mayor abandonado, las de la mujer maltratada, las del torturado, las de todos los excluidos.

¿Quieres más pruebas, Tomás?

Son llagas abiertas en mi cuerpo y no basta rezar: ¡Señor mío y Dios mío!

Hay que gritarlo y preguntar por qué;

hay que curarlas con ternura y saber;

hay que cargar muchas vendas, muchas medicinas…

y todo el amor que hemos soñado!

¡Trae tus manos otra vez, Tomás!

#Pascua #DomingoDivinaMisericordia #papaFrancisco
Volver