Navidad, Tiempo de Amor. Amor con mayúsculas

«Una voz grita desde el desierto: preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos;

que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen; que lo torcido se enderece, que lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios»

(Is.40, 3-5)

Nos encontramos en el tiempo litúrgico del Adviento, tiempo de espera, y de Esperanza. La espera del Adviento no es una espera pasiva, deseamos y pedimos que el Señor se haga presente. Esta espera demanda una actitud de vigilancia «Velad y orad».

Estar en vela y estar atentos para descubrir a Dios que sale a nuestro encuentro, que vive entre nosotros. Queremos mirar con sus ojos para reconocerlo en los demás, principalmente en los más pobres. Acerquémonos al otro para ver en él a la persona y sus capacidades, para saber ver la dignidad de todos.

Y mientras vivimos el Adviento oteamos en el horizonte la Navidad, tiempo de Amor y Paz.

Navidad, Tiempo de Amor. Amor con mayúsculas, Amor de Dios que es Padre /Madre.

Pedimos dejar a Dios ser Dios y ser nosotros asalariados en la construcción de su Reino, en la transmisión de su mensaje a todos los rincones de la tierra, a todas las realidades humanas. Nuestro Dios es un Dios encarnado. Celebramos que ha tomado la condición humana en todo, menos en el pecado, y de esta manera la condición humana se dignifica y el Amor se extiende por el mundo.

Navidad, Tiempo de Paz. El profeta Isaías nos anunciaba «un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, es su nombre, príncipe de la Paz». ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de hoy de Paz! y no solo de paz en esos conflictos bélicos tan horribles que están desangrando grandes zonas de nuestro planeta, sino también de la Paz que construimos cada uno en nuestro entorno, que no procede de nosotros sino del encuentro con Dios hecho hombre, pura gracia y puro don.

A lo largo de este año, próximo a terminar, nuestra misión de agentes de caridad de la Comunidad Cristiana nos ha llevado al encuentro con los más vulnerables y excluidos, al encuentro con los pobres. Decía nuestro arzobispo, el cardenal Cobo, en su carta con motivo de la VII Jornada Mundial de los Pobres que «lo que hagamos con ellos juzgará cada uno de nuestros pasos» y más adelante añadía:

«Sin ellos no hay camino». Damos gracias al Señor por habernos llevado a ese lugar privilegiado que facilita el encuentro con Dios, que nace en un pesebre porque no tuvo sitio en la posada.

Que contemplar, admirar y rezar estos dos tiempos litúrgicos nos muevan el corazón y las entrañas para que, desde nuestra tarea como miembros de Cáritas, en el papel que a cada uno se nos haya encomendado, seamos capaces de transmitir la Paz y el Amor que se hacen presentes en Belén.

Luis Hernández Vozmediano

Director de Cáritas Madrid