Cáritas Vicaría I visita el Hogar Santa Bárbara

Cáritas Madrid 26 de Abril de 2016

El Hogar Santa Bárbara recibe la visita de un grupo de voluntarios de los equipos de sensibilización y comunicación de Cáritas Vicaría I.

El Hogar Santa Bárbara recibe la visita de un grupo de voluntarios de los equipos de sensibilización y comunicación de Cáritas Vicaría I.


Cáritas Madrid. 26 de abril de 2016.- Llegamos a una puerta pintada de rojo, el color de Cáritas, nuestro color. Es una puerta como cualquier otra, una  entrada a un hogar que brinda apoyo y esperanza a una familia que nos recibe con los brazos abiertos. Porque, eso es precisamente el Hogar Santa Bárbara: un hogar donde las mujeres  embarazadas o con bebés muy pequeños reciben  todo el amor y el apoyo de Mercedes, Felicia y Brenda, las tres hermanas de la Comunidad Amistad Misionera Cristo Obrero que dedican su vida a este proyecto de Cáritas Madrid.


A su puerta llaman jóvenes españolas y de muchas otras nacionalidades que necesitan apoyo durante su embarazo y para atender a su bebé durante los primeros meses de vida. Atrás dejan historias de injusticia, dolor e incomprensión  para recibir el calor de un hogar donde también cuentan con el apoyo de un grupo de voluntarios involucrados en el proyecto.


Aunque la vivienda tiene capacidad para doce mujeres, en estos momentos acoge a cuatro chicas y siete niños porque algunas son madres de mellizos y otras vienen con algún otro hijo pequeño.  Las mujeres llegan a través de la diócesis, por los equipos de vicaría, o desde los servicios sociales municipales o de la Comunidad de Madrid.


El Hogar Santa Bárbara es mucho más que un proyecto residencial. De sus paredes cuelgan fotos de todos los niños que han tomado sus primeros biberones en alguna de las ocho habitaciones que tiene la vivienda.  Además cuentan con un salón-comedor muy luminoso, aseos, cocina, sala de ordenadores y oratorio.


Las chicas viven aquí y comparten todas las tareas, además reciben apoyo psicológico y les acompañamos a las visitas médicas y a hacer todo el papeleo que cualquier embarazada haría con su madre o con su marido: somos su familia. Cuando llegan aquí muchas no han pasado las revisiones médicas pertinentes y  necesitan que las acompañemos el día del parto y durante su estancia en el hospital. Al volver  con su bebé les enseñamos a atenderlo y también les acompañamos para todas las revisiones y vacunaciones”, comenta Mercedes, una de las tres religiosas que residen en esta casa. 


Aunque su estancia en este hogar tiene fecha de caducidad y deben dejarlo a los seis meses del parto, los vínculos permanecen durante mucho tiempo.  Desde aquí les ayudan a buscar una solución para el momento de la salida, en muchos casos alquilan una habitación en casas compartidas o reciben el apoyo de otros proyectos residenciales.


Cuando llega el momento, cada una tiene que seguir su camino y afrontar el futuro con la experiencia  y  la educación que han recibido en este centro.  Cruzar nuevamente el umbral de la puerta pintada de rojo para dejar paso a otras mujeres en su misma situación que necesitan las atenciones de Mercedes,  Felicia y Brenda, para seguir ampliando la gran familia que forman las más de 60 mujeres que ya han pasado por su Hogar.

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