Una fe que se elige con libertad, compromiso y entrega. XXIII Domingo del Tiempo Ordinario

Pilar Algarate 7 de Septiembre de 2025

El Evangelio de este domingo no busca suavizar las palabras de Jesús. Él habla a la multitud, a quienes le siguen quizás por admiración o por costumbre, y les pone delante la seriedad del discipulado: no basta con ir detrás de Él; es necesario elegir con libertad, con conciencia y con compromiso.

Jesús no quiere personas seguidoras a medias. Quiere corazones disponibles, libres de ataduras que impidan el amor radical: la familia, los bienes, la propia vida… todo es bueno, pero no puede convertirse en obstáculo cuando se trata de construir el Reino.

Con imágenes muy gráficas —la torre a medio construir o el rey que calcula si puede ir a la guerra—, Jesús nos invita a pensar antes de actuar, a no vivir la fe por impulso, sino desde una opción madura y sostenida.

La clave no está en el sufrimiento por sí mismo, sino en la coherencia con el estilo de Jesús, que no se guardó nada para sí. La cruz que pide cargar no es solo un peso, sino un camino de amor entregado, de fidelidad, de renuncia a uno mismo para que otras personas vivan.

Este Evangelio nos desafía: ¿Estamos dispuestas y dispuestos a seguir a Jesús sin cálculos egoístas?. ¿Qué cosas nos atan y nos impiden caminar con libertad?

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

Lucas 14, 25-33

Mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío. 

Preguntas para la reflexión:

  • ¿Qué me impide seguir a Jesús con más libertad? ¿A qué me estoy aferrando?
  • ¿Qué significa para mí “cargar con mi cruz”? ¿Desde dónde la vivo?
  • ¿Estoy construyendo mi vida cristiana sobre una decisión profunda o sobre emociones pasajeras?
  • ¿Me planteo realmente lo que implica ser discípulo o discípula de Jesús hoy?
  • ¿Qué cambios concretos me pide este Evangelio en mi vida cotidiana?

Oración

Oración del abandono – Charles de Foucauld

Padre,

me pongo en tus manos,

haz de mí lo que quieras.

Sea lo que sea,

te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo,

lo acepto todo,

con tal de que tu voluntad

se cumpla en mí y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Te confío mi alma,

te la doy con todo el amor

del que soy capaz,

porque te amo

y necesito darme,

ponerme en tus manos sin medida,

con infinita confianza,

porque tú eres mi Padre.

Amén.

 

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