Una luz en la oscuridad: Respuesta ejemplar ante el apagón
Pilar Algarate 29 de Abril de 2025En la residencia de personas mayores, Fundación Santa Lucía, vivimos ayer una situación excepcional que puso a prueba nuestra capacidad de respuesta ante la adversidad. El corte de suministro eléctrico que afectó a toda España transformó lo que podría haber sido una crisis en una demostración extraordinaria de trabajo en equipo, solidaridad y compromiso con las personas residentes.
El bienestar de quienes habitan la residencia fue siempre la prioridad absoluta. Gracias a la previsión de contar con una cocina de gas, se pudo garantizar la alimentación sin contratiempos. La decisión conjunta de trasladar a las personas residentes a sus habitaciones evidenció una gestión responsable orientada a su comodidad y seguridad.
Especialmente destacable fue el esfuerzo coordinado para subir en silla de ruedas a unas 25 personas hasta sus respectivas plantas. Este acto no solo demostró la excelente organización del equipo, sino también el profundo sentido de responsabilidad que caracteriza a quienes trabajan y colaboran en la Fundación.
Lo más conmovedor fue la cadena de solidaridad que se formó espontáneamente. Personas que habían tenido a familiares en la residencia hace apenas unos meses se acercaron para ofrecer su ayuda incondicional. Familiares de las personas contratadas y voluntariado de la residencia también se sumaron a este gesto colectivo. Incluso el técnico de mantenimiento del ascensor se personó voluntariamente por si se requería su asistencia especializada.
Esta generosidad no quedó circunscrita a los muros de la residencia, sino que fluyó en ambas direcciones. La cocina de gas que garantizaba las comidas en nuestro centro también sirvió para calentar agua para una madre y su bebé que vivían cerca y se habían visto igualmente afectados por el corte de suministro. Un hermoso ejemplo de cómo la solidaridad construye comunidad más allá de nuestro ámbito inmediato.
La atención a las necesidades médicas críticas, como el suministro de oxígeno para tres personas que requieren asistencia permanente, fue gestionada con eficacia. La vigilancia constante de la policía local, situada estratégicamente frente a la residencia, añadió un elemento adicional de seguridad que resultó reconfortante para todas las personas implicadas.
Al finalizar la jornada, la tranquilidad se había impuesto al desafío inicial. Las personas residentes habían recibido sus cenas, sus medicaciones y descansaban con normalidad, ajenas en gran medida a las dificultades superadas gracias al esfuerzo colectivo.
Esta experiencia nos recuerda que, cuando se apagan las luces, pueden encenderse otras mucho más valiosas: las de la solidaridad, el cuidado mutuo y el compromiso con las personas más vulnerables. Una lección que refuerza nuestra misión social y nos motiva a seguir mejorando cada día.