Una fe que se vive con verdad, entrega y corazón abierto. XXI Domingo del Tiempo Ordinario

Pilar Algarate 24 de Agosto de 2025

El Evangelio de este domingo nos sitúa en un momento clave del camino de Jesús hacia Jerusalén. Alguien le pregunta: “Señor, ¿serán pocos los que se salven?”, y Jesús no responde con números, sino con una imagen poderosa: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”.

No se trata de tener miedo, sino de abrir los ojos: no basta con conocer a Jesús o haber estado cerca de su Palabra. Hay que vivir como Él, con coherencia, compasión y humildad. La salvación no es un privilegio heredado, sino un camino de conversión constante.

La puerta estrecha no es una trampa. Es la puerta del amor comprometido, de la justicia cotidiana, del perdón que cuesta, del servicio que no se ve. No se trata de elitismo espiritual, sino de reconocer que el Reino se construye con decisiones diarias, con fidelidad en lo pequeño, con una vida que no se acomoda.

El Evangelio termina con una promesa esperanzadora: muchas personas vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa del Reino. Las primeras filas no están reservadas para quien tiene títulos o apariencias, sino para quienes se han entregado con corazón sincero.

Este mensaje interpela a nuestras comunidades: ¿estamos haciendo del Reino una casa abierta o un espacio cerrado? ¿Vivimos nuestra fe como un regalo para compartir o como una identidad para defender?

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

Lucas 13, 22-30

Y pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén. Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos». 

Preguntas para la reflexión:

  • ¿Cómo entiendo hoy la “puerta estrecha”? ¿Qué actitudes me ayudan a atravesarla?

  • ¿Me basta con “escuchar” a Jesús o me esfuerzo por vivir según su estilo?

  • ¿Qué personas, aparentemente lejanas, están hoy más cerca del Reino que yo?

  • ¿Estoy viviendo una fe que acoge y abre puertas o que excluye y se encierra?

  • ¿Qué cambios me está pidiendo Dios para caminar con más autenticidad y entrega?

Oración

Oración de San Francisco de Asís (instrumento de tu paz)

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:

donde haya odio, ponga yo amor;

donde haya ofensa, ponga perdón;

donde haya discordia, ponga unión;

donde haya error, ponga verdad;

donde haya duda, ponga fe;

donde haya desesperación, ponga esperanza;

donde haya tinieblas, ponga luz;

donde haya tristeza, ponga alegría.

¡Oh Maestro!, que no busque tanto ser consolado como consolar,

ser comprendido como comprender,

ser amado como amar.

Porque dando se recibe,

olvidando se encuentra,

perdonando se es perdonado,

y muriendo se resucita a la vida eterna.

 

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