“Un mundo que divide y descarta no tiene futuro: el Jubileo nos llama a mirar la realidad desde las personas más frágiles” Cobo, en el Jubileo de los Pobres

Pilar Algarate 16 de Noviembre de 2025

La Catedral de Santa María la Real de la Almudena acogió este domingo la celebración del Jubileo de los Pobres, en el marco de la IX Jornada Mundial de los Pobres, convocada este año bajo el lema “Tú, Señor, eres mi esperanza” (Sal 71). La eucaristía, presidida por el cardenal José Cobo, reunió a una catedral llena de personas: comunidades cristianas, voluntariado, agentes de pastoral social, entidades eclesiales y numerosas personas en situación de vulnerabilidad que ocuparon un lugar central en la celebración.

El acto comenzó con una marcha simbólica desde la plaza de Ópera hasta la Catedral de la Almudena, en la que participaron comunidades parroquiales, voluntariado, entidades sociales y numerosas personas en situación de vulnerabilidad. La caminata, acompañada por el obispo auxiliar monseñor Vicente Martín, expresó de forma visible el deseo de la Iglesia de Madrid de caminar junto a quienes viven pobreza y exclusión, haciendo del Jubileo un gesto público de esperanza y fraternidad.

Un inicio marcado por la escucha y el compromiso

La monición de entrada recordó que esta Jornada invita a abrir los ojos, la mente y el corazón para reconocer que las personas empobrecidas no son destinatarias pasivas, sino un auténtico regalo para la comunidad cristiana, capaces de enseñarnos esperanza, resistencia y fe profunda.

Tras la monición, se realizó un gesto comunitario: donde personas depositaron en una urna su compromiso de acompañar activamente a quienes viven pobreza y exclusión.

“¿Hacia dónde vamos? ¿Y con quién caminamos?”: una homilía que interpela

Durante la homilía, el cardenal invitó a los asistentes a detenerse ante esta pregunta esencial: ¿Hacia dónde vamos? ¿Y con quién caminamos como Iglesia y como sociedad? Subrayó que el Jubileo es una llamada a “entrar por la puerta de Jesús”, una puerta que se abre desde la pobreza de Belén y se ensancha en la luz de la Pascua.

El Arzobispo situó en el centro la realidad de las personas empobrecidas, recordando que en ellas se encuentra “un lugar de encuentro con el Dios vivo”, tal como recoge también la Doctrina Social de la Iglesia, que subraya que “los pobres son los primeros destinatarios del Evangelio y están en el corazón mismo de Dios” (cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 182).

El cardenal aludió asimismo a los últimos datos del Informe FOESSA, que muestran el aumento de la exclusión social en España y la dificultad creciente para acceder a una vivienda digna. Según este informe, “casi la mitad de las personas en situación de pobreza tienen empleo, pero no logran salir de la precariedad”.

Signos de fraternidad que transforman

Las palabras finales invitaron a ser “signos concretos de esperanza”: abrir puertas, acompañar, compartir el pan y la palabra, crear espacios comunitarios y trabajar juntas por una “sociedad de los cuidados” donde nadie quede al margen. La fe, insistió, “no puede quedarse en palabras, sino que ha de hacerse compromiso social”.

Un gesto final de fraternidad: compartir la mesa

Al finalizar la eucaristía, las personas presentes compartieron un pequeño ágape fraterno. Fue un momento sencillo y significativo en el que personas voluntarias, familias, comunidades parroquiales y personas en situación de pobreza conversaron, se reconocieron y celebraron juntas este Jubileo, haciendo visible que la esperanza es vida compartida.

#JornadadelosPobres
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