Un Belén que anuncia, cuida y camina en comunión
Pilar Algarate Pilar 23 de Diciembre de 2025El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, nos invita a contemplar el Belén no solo como una tradición entrañable, sino como una llamada a renovar nuestra manera de servir y de estar en la Iglesia. El portal se convierte así en un signo vivo que pone en el centro el anuncio del Evangelio, la comunión entre personas diversas y la cercanía a la vida concreta de las comunidades, especialmente de quienes viven situaciones de mayor fragilidad.
El cardenal Cobo nos invita, en este tiempo de Navidad, a llenar el Belén de gestos, actitudes y compromisos como estos:
-La luz de Cristo en el centro. Una luz humilde y cercana, que atraviesa la vida y el trabajo cotidiano, también el más discreto, y da sentido a cada tarea cuando se vive como servicio y misión.
-Cercanía y escucha. Poner en el Belén la capacidad de escuchar la vida concreta de las personas, especialmente de quienes viven situaciones de fragilidad, heridas o invisibilidad. Una cercanía que humaniza y hace creíble el anuncio cristiano.
-Puentes que acercan y no muros que separan. Donde hay paso, la luz del Evangelio llega más lejos. Una Iglesia más “hospital de campaña” que torre de vigilancia.
-Un servicio que huye del protagonismo y del poder. Un Belén donde el trabajo no se vuelve autorreferencial, sino que está claramente al servicio de la evangelización, ayudando a sostener, acompañar y cuidar la vida pastoral, espiritual y misionera de las comunidades cristianas.
-Una paz que se construye cada día. Una paz activa y artesanal, que nace de la adoración y se traduce en relaciones cuidadas, discernimiento, respeto y búsqueda compartida de soluciones. Una paz que renuncia a la dureza del corazón y a los intereses cerrados.
-Comunión real entre personas diversas. Un Belén donde sacerdotes y personas laicas, mujeres y hombres, vida consagrada y personas seglares caminemos juntas, compartiendo responsabilidades desde la corresponsabilidad y el liderazgo compartido.
-Cuidado mutuo y fraternidad. Un Belén que recuerda que nos tenemos que cuidar entre todos. Atentos a los cansancios, agradecidas por el trabajo discreto, generadoras de confianza, ánimo y esperanza con las personas que trabajamos y vivimos.
-Humildad y profesionalidad. El trabajo bien hecho como expresión de amor y respeto hacia quienes llaman a la puerta. Humildad para recordar que lo importante no es el nombre propio, sino el bien que se genera en las personas y en las comunidades.
-Apertura al Espíritu. Un Belén que se deja educar por la Palabra de Dios y por la vida: por la gente sencilla, las personas empobrecidas, jóvenes, personas voluntarias, sacerdotes y equipos de trabajo. Aprender juntas para caminar juntas.
Que este Belén que contemplamos nos recuerde que Dios sigue naciendo en lo pequeño, en lo sencillo y en lo cotidiano. Que su luz nos ayude a vivir nuestro servicio con más ternura, más comunión y más disponibilidad. Que sepamos ponernos al lado de las personas que más lo necesitan y cuidar cada gesto, cada palabra y cada relación, como lugar sagrado donde Dios se hace presente.
Que el Niño de Belén renueve nuestra esperanza y nos enseñe a caminar juntas y juntos, iluminando la vida con la claridad del Evangelio