Tercer domingo de Pascua: Reconociendo a Jesús en nuestras vidas
Pilar Algarate 4 de Mayo de 2025El primer domingo del mes de mayo, tercer domingo de Pascua, coincide en España con el Día de la Madre, una jornada especial de agradecimiento y cariño para todas las madres. Este año, esta fecha se suma a un momento histórico para la Iglesia, marcado por la despedida oficial del papa Francisco. Aunque su partida física no borra su legado, este domingo cierra el ciclo de misas por su memoria tras su fallecimiento, concluyendo así su Pontificado.
En este Tercer Domingo de Pascua el Evangelio nos enseña a hacer una lectura creyente de nuestra vida. Primera lectura: Hechos 5:27-32, 40-41; Salmo 30:2, 4-6, 11-13; Segunda lectura; Apocalipsis 5:11-14; Evangelio: Juan 21:1-19
En este primer domingo de mayo, nos encontramos ante una jornada de profunda significación. No solo celebramos en España el Día de la Madre, sino que también vivimos un momento histórico para la Iglesia con la despedida oficial de quien fuera nuestro guía espiritual. Este domingo cierra el ciclo de misas por su memoria, marcando el final de una era y el comienzo de un tiempo de transición y esperanza.
El Evangelio de hoy nos transporta al lago de Tiberíades, donde Jesús, tras su resurrección, se aparece a sus discípulas y discípulos después de una noche de pesca sin frutos. Con solo una indicación suya —lanzar las redes nuevamente— lo imposible se hace realidad. Es Juan quien primero reconoce al Maestro, mientras Pedro, impulsivo como siempre, se lanza al agua para acercarse.
En ese encuentro tan íntimo, Jesús pregunta tres veces a Pedro: "¿Me amas más que estos?". Una pregunta que resuena en cada corazón que busca seguir el camino del amor verdadero. A pesar de las negaciones previas, Jesús confía a Pedro el cuidado de su Iglesia: "Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas". ¡Qué lección tan poderosa sobre el perdón y la confianza renovada!
En estos tiempos de cambio para la Iglesia, este mensaje cobra especial relevancia. La figura pastoral que hemos conocido nos ha mostrado, con su ejemplo, cómo ser cercanos a quienes más sufren, cómo tender puentes en lugar de levantar muros, cómo vivir el Evangelio con autenticidad y sencillez. Su legado permanece vivo en los corazones de millones de personas que han encontrado en sus palabras y gestos un reflejo del amor de Dios.
Mientras oramos por el futuro de nuestra Iglesia y por quienes tendrán la responsabilidad de elegir a un nuevo guía espiritual, recordemos que cada persona está llamada a ser instrumento de amor y misericordia en este mundo. Como las madres que entregan su vida por sus hijas e hijos, estamos invitadas e invitados a entregar lo mejor de nosotras y nosotros mismos por el bien común.
Que este domingo nos inspire a vivir con mayor bondad, a contemplar el mundo con ojos compasivos y a confiar en que el amor divino nos sostiene, tal como sostiene a la Iglesia en este tiempo de transición. Aprovechemos este día para conectar con lo esencial: la oración, la naturaleza que florece en primavera, el tiempo compartido con nuestros seres queridos.
Lectura del Evangelio según San Juan
Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿han pescado algo?" Ellos contestaron: "No". Entonces él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: '¿Quién eres?', porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Preguntas para la reflexión:
-
¿Cómo reconozco la presencia de Jesús en mi vida diaria?
-
En los momentos de dificultad o en los momentos de calma, ¿soy capaz de reconocer su voz o su guía? ¿Qué me impide reconocerlo a veces?
-
-
¿Cómo respondo a la llamada de Jesús a seguirlo, como lo hizo Pedro?
-
¿Estoy dispuesto a lanzarme al agua y seguir a Jesús, aún cuando no entienda completamente lo que Él me pide? ¿En qué momentos de mi vida he sentido esa invitación de Jesús y he respondido con fe?
-
-
¿Cómo puedo vivir el amor de una madre, como el que Jesús muestra en su misericordia, con aquellos que me rodean?
-
¿De qué manera puedo ser un reflejo del amor incondicional y perdonador que se muestra en la figura de la madre? ¿Qué actos de compasión y bondad puedo practicar en mi vida diaria?
-
-
Al despedir al Papa Francisco, ¿cómo puedo llevar su legado de cercanía, amor y servicio en mi propia vida y misión?
-
¿Qué ejemplos concretos del Papa Francisco puedo imitar en mi vida cotidiana, especialmente en la forma en que me relaciono con los demás?
-