“Se trata simplemente de aprender a adorar el Cuerpo de Cristo con los ojos del corazón” Cobo en la solemnidad del Corpus Christi

Pilar Algarate 22 de Junio de 2025

La catedral de la Almudena acogió este domingo la celebración de la solemnidad del Corpus Christi, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. En una Eucaristía festiva y profundamente simbólica, el cardenal subrayó que “se trata simplemente de aprender a adorar el Cuerpo de Cristo con los ojos del corazón”, en una invitación a mirar con ternura y compasión la realidad del mundo.

Cobo recordó que la Eucaristía no es solo un acto litúrgico, sino una llamada a la transformación interior y comunitaria: “Venir a la Eucaristía nos hace Eucaristía. Nos hace pan partido para una humanidad hambrienta de pan y de amor”. Y añadió: “Cuando adoramos no nos encerramos en nosotros mismos, sino que salimos, miramos fuera y anunciamos unidos en la diversidad. Así damos testimonio”.

El mensaje del cardenal conectó de forma directa con el lema de la campaña de Cáritas para este día: “La esperanza crece en cada gesto sencillo”. En este sentido, subrayó que el mandato evangélico “Dadles vosotros de comer” sigue interpelando a la Iglesia hoy: “El Señor necesita nuestra solidaridad y nuestra fe. Quiere que seamos distribuidores de su compasión y de su esperanza”.

En la celebración participaron representantes de distintas realidades eclesiales y sociales, entre ellas la dirección de Cáritas diocesana de Madrid, que se unió a la acción de gracias por la presencia viva de Cristo en la Eucaristía y en quienes más lo necesitan.

Recordando el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes, Cobo destacó que Jesús actúa con lo pequeño, con lo cotidiano: “Lo que se multiplica es el amor. Una sonrisa, una mirada que acoge, una visita inesperada… Todo eso prolonga la celebración de la Eucaristía”.

La homilía también hizo memoria de los nuevos diáconos permanentes ordenados el día anterior en la diócesis, como signo de esperanza encarnada en el servicio. “Puede parecer poco para Madrid, pero puestos en manos del Señor, como los cinco panes y los dos peces, se convierten en vida entregada”, afirmó.

“Cristo se queda con nosotros, y nosotros somos sus discípulos. Y eso —concluyó el cardenal— siempre lo cambia todo”.

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