Pentecostés: el Espíritu Santo nos reúne, transforma y envía

Pilar Algarate 8 de Junio de 2025

Lecturas de Pentecostés: Libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11). Salmo: Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34. Segunda lectura:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-17. Evangelio: San Juan 14, 15-16. 23b-26

Hoy es uno de esos grandes domingos del año: celebramos la Solemnidad de Pentecostés, culmen de la Cincuentena Pascual y día en que recordamos la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad reunida. El Evangelio de Juan nos presenta a Jesús prometiendo el envío del Defensor, el Espíritu Santo, que habitará en quienes aman y guardan su Palabra. No es un Espíritu lejano ni teórico, sino una presencia viva que transforma el miedo en paz, las dudas en fe y la pasividad en misión. Es el aliento de Dios que sopla sobre nuestras vidas para hacernos personas nuevas, capaces de afrontar la vida con esperanza, alegría y fortaleza.

En este día también celebramos el Jubileo de los Movimientos, las Asociaciones y las Nuevas Comunidades, signos visibles de una Iglesia viva, diversa y en salida. En ellas, el Espíritu sigue actuando, suscitando carismas, renovando lenguajes, impulsando la misión y abriendo caminos de fraternidad universal. Pentecostés es una llamada a toda la Iglesia —laical y ministerial, mujeres y hombres, jóvenes y mayores— a vivir el Evangelio con valentía, saliendo al encuentro de cada persona con los frutos del Espíritu: amor, paz, bondad, fidelidad… Hoy es tiempo de despertar, de abrir puertas, de confiar en que el Espíritu ya está actuando, también a través de nosotras y nosotros.

Hoy es también una invitación a dejarnos transformar. Como los discípulos encerrados por miedo, también nosotras y nosotros tenemos puertas cerradas: inseguridades, rutina, comodidad, temor al qué dirán. Pero Jesús entra igualmente, se pone en medio, nos desea la paz y nos entrega su Espíritu. Ese mismo Espíritu es fuerza que consuela, renueva y empuja. Por eso, más allá de los signos externos —el viento, las lenguas de fuego, incluso el calor de este día— Pentecostés es una experiencia interior que nos impulsa a salir, a testimoniar y a vivir con más verdad nuestra fe. No estamos solas ni solos: el Espíritu nos ha sido dado y sigue haciendo nuevas todas las cosas.

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-16. 23b-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad.

El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.

Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho".

Preguntas para la reflexión

¿Dejo espacio en mi vida para que el Espíritu Santo actúe, consuele y me transforme?

¿Cuáles son hoy mis “puertas cerradas”? ¿Qué miedos o resistencias impiden que viva mi fe con libertad y alegría?

¿Estoy abierta/o a los cambios que el Espíritu suscita en la Iglesia hoy?

¿Cómo vivo mi vocación laical desde el Bautismo: con compromiso, con alegría, con valentía?

 
 

Secuencia de Pentecostés

 

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequia,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

#Pentecostés
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