Ni vacaciones ni indiferencia: juventud comprometida

Pilar Algarate 16 de Julio de 2025

Esta semana han arrancado los Campos de Voluntariado de Cáritas Madrid, una propuesta estival en la que 25 jóvenes se han embarcado en una vivencia que va más allá del compromiso puntual: se trata de una experiencia que transforma miradas, despierta conciencia y siembra esperanza. Con modalidad de participación con y sin pernocta, los grupos han iniciado sus actividades en Orcasitas, Cercedilla y La Hiruela, tres enclaves muy distintos que les permitirán conocer diversas realidades sociales.

Durante estos días, las personas jóvenes están colaborando en proyectos con niñas y niños, adolescentes, con personas enfermas en el hospital 12 de Octubre y personas mayores, participando en talleres de sensibilización ecológica y apoyando iniciativas comunitarias en contextos vulnerables. Uno de los primeros aprendizajes del grupo ha sido que el voluntariado no consiste solo en “hacer cosas”, sino en abrirse a la escucha, al encuentro y al cuidado mutuo

“No sabía muy bien qué íbamos a hacer, pero me apetecía. Ahora que estoy aquí, quiero disfrutarlo, aprender de otras personas y de otras realidades”, compartía una de las participantes en el primer día.

La diversidad de procedencias también enriquece la experiencia. Algunas personas vienen de fuera de España y ven este voluntariado como una oportunidad.

En el primer encuentro con el grupo, desde el equipo de Cáritas se compartió la situación de las familias en la Cañada Real, donde muchas personas y familias viven desde 2020 sin acceso a electricidad y, en las últimas semanas, también sin internet. Esta realidad impacta directamente en su educación, salud y vida cotidiana, y fue una invitación a que las y los jóvenes se acerquen a cada persona con empatía y sin prejuicios.

“No vamos a cambiar el mundo en 15 días, pero sí podemos mirar con ternura, acompañar con respeto y sembrar esperanza con gestos sencillos. Porque cada sonrisa, cada juego compartido, cada escucha atenta es ya un paso hacia una sociedad más humana y fraterna”, les animaba una responsable del equipo.

En esta línea, el espíritu de estos campos se conecta con el lema que inspira este tiempo en Cáritas:

“La esperanza crece con cada gesto sencillo”. Y eso es precisamente lo que se vive en estos días: un aprendizaje compartido, donde el compromiso social nace desde lo pequeño, desde el encuentro.

Porque, como expresaba una joven:

“A veces no pensamos mucho en por qué hacemos esto, pero cuando conoces otras realidades, te das cuenta de que no todo el mundo ha tenido la misma suerte. Y entonces sí, merece la pena estar aquí”.

Desde Cáritas diocesana de Madrid se anima a que esta experiencia no se quede solo en estos días de verano, sino que se traduzca en un compromiso duradero, en las aulas, en los trabajos, en las conversaciones cotidianas. Porque otro mundo es posible si se empieza por mirar a cada persona con dignidad, y actuar desde lo más sencillo.

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