"Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” Mc 10, 2-16

Pilar Algarate 6 de Octubre de 2024

Lecturas del Domingo XXVII del Tiempo Ordinario: Primera lectura: Gn 2, 18-24; Segunda lectura: SHeb 2, 8-11; Evangelio: Mc 10, 2-16

Lectura del Evangelio según san Marcos 10, 2-16

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”

Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.

Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.

Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

Palabras del papa Francisco

El Evangelio de Marcos 10, 2-16 nos ofrece la palabra de Jesús sobre el matrimonio.

En el proyecto originario del Creador, no es el hombre el que se casa con una mujer, y si las cosas no funcionan, la repudia. No. Se trata, en cambio, de un hombre y una mujer llamados a reconocerse, a completarse, a ayudarse mutuamente en el matrimonio

Esta enseñanza de Jesús es muy clara y defiende la dignidad del matrimonio como una unión de amor que implica fidelidad.

Lo que permite a los esposos permanecer unidos en el matrimonio es un amor de donación recíproca sostenido por la gracia de Cristo.

Si en vez de eso, en los cónyuges prevalece el interés individual, la propia satisfacción, entonces su unión no podrá resistir. Y es la misma página evangélica la que nos recuerda, con gran realismo, que el hombre y la mujer, llamados a vivir la experiencia de la relación y del amor, pueden dolorosamente realizar gestos que la pongan en crisis. Jesús no admite todo lo que puede llevar al naufragio de la relación. Lo hace para confirmar el designio de Dios, en el que destacan la fuerza y la belleza de la relación humana. La Iglesia, por una parte no se cansa de confirmar la belleza de la familia como nos ha sido entregada por la Escritura y la Tradición, pero al mismo tiempo se esfuerza por hacer sentir concretamente su cercanía materna a cuantos viven la experiencia de relaciones rotas o que siguen adelante de manera sufrida y fatigosa.

El modo de actuar de Dios mismo con su pueblo infiel —es decir, con nosotros— nos enseña que el amor herido puede ser sanado por Dios a través de la misericordia y el perdón. Por eso a la Iglesia, en estas situaciones, no se le pide inmediatamente y solo la condena. Al contrario, ante tantos dolorosos fracasos conyugales, esta se siente llamada a vivir su presencia de amor, de caridad y de misericordia para reconducir a Dios los corazones heridos y extraviados.

(7 de octubre de 2018)

Para la reflexión

-El Papa Francisco habla de la importancia del perdón y la reconciliación. ¿Qué puedo hacer para que mi relación de pareja o mis relaciones familiares estén centradas en el amor y el perdón mutuos?

-En este pasaje, Jesús se refiere a la creación como una relación de complementariedad entre el hombre y la mujer. ¿Cómo puedo contribuir al fortalecimiento de mi familia como espacio de amor, respeto y apoyo mutuo?

-¿Cómo puedo ser más acogedor/a con las personas, especialmente con los más débiles y marginados?

Oración

Señor Jesús,

Tú que nos enseñas el verdadero sentido del amor y la fidelidad, ayúdame a comprender la profundidad de Tu llamado a vivir en comunión con los demás, especialmente en la familia. Que mi vida refleje la unidad y el amor que tú deseas para cada relación.

Te pido, Señor, que me des la gracia de ser paciente y comprensivo, de perdonar como Tú perdonas, y de amar con un corazón generoso y lleno de compasión.

Enséñame a recibir el Reino de Dios con la sencillez y pureza de un niño, confiando en Tu amor y en Tu plan para mi vida. Que mi corazón esté abierto a los más pequeños y vulnerables, acogiendo con ternura y cuidado a quienes más lo necesitan.

Amén.

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