Oraciones

Oración - Encuentro de Voluntariado

Dios, en el sexto día de la Creación, con su insondable sabiduría, creó al ser humano. "Y vio Dios que era muy bueno". Y vio que era muy bueno porque había insuflado en su alma, para hacerlo verdaderamente a su imagen y semejanza, auténtica hechura de sus mismas entrañas, los dos sentimientos morales que nos humanizan y nos divinizan: la compasión, que nos hace conmocionarnos y movilizarnos ante el dolor del prójimo, y la indignación que nos lleva a bajar de nuestro aquietamiento ante el sufrimiento que provoca la injusticia y lo que tiene de evitable.

Y para mantenernos, como los trolebuses y el metro, en contacto con la catenaria que nutre de electricidad, la marcha de los vagones, nos dotó de la espiritualidad, para que tuviésemos acceso a la experiencia vivificante de Dios, para que pudiésemos sentir, incluso cuando más solos, más perdidos y más fracasados nos sintiéramos, que siempre podemos pulsar el botón rojo de emergencia que nos pone en contacto directo e inmediato con Dios mismo, siempre dispuesto a acudir en nuestro auxilio, a habitarnos con su cariño, su ternura, su fuerza, su coraje y a prestarnos su dulce compañía.

Voluntariado y espiritualidad son dos elementos constitutivos de la Caridad. Los dos tienen que ver con la dimensión de la gratuidad que forma parte del ADN de nuestra identidad como acción socio-caritativa de la Iglesia en Madrid. En esta tarde, comienzo de nuevos comienzos, como gusta decir a nuestro cardenal arzobispo, vamos a disfrutar y reflexionar juntos. Y lo vamos a llevar a término poniendo desde ya en práctica la espiritualidad.

Os invito a ponernos en la presencia del Señor que es el que nos ha acompañado todo el día, el que nos ha traído hasta aquí, el que nos habita siempre prudente, discreto y silencioso. Le damos gracias porque nos convoca en comunidad acogedora, fraternal y solidaria desde la diversidad de nuestras edades, recorridos y procedencias. Le pedimos caminar siempre de su mano para atender con extremada delicadeza y cariño a nuestros semejantes más vulnerables, prestándoles nuestro tiempo, nuestra oreja y sobre todo nuestra persona y corazón para acoger sus problemas, sanar sus heridas y caminar juntos por la senda siempre gozosa del Evangelio de Jesús, sabiendo que "va Dios mismo en nuestro mismo caminar".

CANCIÓN

1. Cuando el pobre nada tiene y aún reparte,
cuando un hombre pasa sed y agua nos da,
cuando el débil a su hermano fortalece,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

2. Cuando sufre un hombre y logra la esperanza,
cuando espera y no se cansa de esperar,
cuando amamos aunque el odio nos rodee,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

3. Cuando crece la alegría y nos inunda,
cuando dicen nuestros labios la verdad,
cuando amamos el sentir de los sencillos,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

4. Cuando abunda el bien y todos lo comparten,
cuando el hombre donde hay guerra pone paz,
cuando «hermano» le decimos al extraño,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Escuchar la canción

EVANGELIO

Acogemos el texto del Evangelio de Lucas 4, 16ss. que nos propone don José Cobo para rezar en este comienzo de curso.

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, 

como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. 

Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: 

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.»

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»

SILENCIO

Nuestro arzobispo comentando este texto dice: Ser cristiano es dejar que lo que el Espíritu hace en Jesús lo haga en todos nosotros, en su cuerpo, en su Iglesia. Somos sus ungidos y sus cristianos desde el don del bautismo, para que siga sonando el Evangelio y, con su gracia, se siga realizando entre nosotros lo que el Espíritu hace en Jesús. En este comienzo también nosotros podremos poner voz a la Voz de Cristo. Nuestra tarea será hacer que nuestra voz coral, entrelazada, suene a Cristo, que dice la verdad de Dios, que nos ofrece su alegría y que actúa al pie de cada cruz, y allí fija nuestro puesto como Iglesia. Cada paso que demos hacerlo como Cristo, para que nuestra voz brote, como la suya, de su vida y de su mensaje. Y, aunque siempre estemos tentados, nunca supliremos su presencia, ni nos podremos delante de Él. Pidamos vivirlo de este modo: con la oración de Jesús: PADRENUETRO...

Volver