Luz, silencio y compromiso: una oración por quienes más sufren
Pilar Algarate 15 de Noviembre de 2025El Observatorio de la Mesa diocesana de las Mujeres de la Archidiócesis de Madrid dinamizó una oración con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres. Fue una propuesta simbólica y espiritual que ofreció luz y palabra desde la fragilidad, la sonoridad y la esperanza activa.
En el centro del espacio de oración, dispuesto con sensibilidad, se encontraban telas provenientes de Bolivia, Palestina, Albania, África y otras partes del mundo, símbolo de una humanidad diversa, herida, pero también profundamente conectada. El altar se adornó con la cruz, la Palabra, la viña del peregrino y un pequeño perfume. Todo hablaba de un Dios Trinidad que se derrama con ternura sobre las personas empobrecidas, y que sigue habitando la historia humana.
La oración comenzó invocando al Espíritu, a la Ruah de Dios, como aliento y soplo que hace posible la fraternidad y el vínculo entre pueblos, generaciones y culturas. Fue un momento profundo de invocación al Dios del amor que llama a derribar muros y construir comunidad.
Se proclamaron palabras del papa Francisco tomadas de la exhortación apostólica Dilexit nos, escrita en continuidad con el legado del papa emérito Benedicto XVI. En ella, Francisco recuerda que “ningún gesto de afecto, ni siquiera el más pequeño, será olvidado”, especialmente si está dirigido a quienes viven en la soledad o el dolor. “El afecto por el Señor se une al afecto por los pobres”, señaló el Papa, denunciando también la feminización de la pobreza y la invisibilidad de millones de mujeres que sostienen la vida en condiciones extremas.
El corazón de la oración fue la proclamación del Evangelio de la mujer del perfume (Mateo 26,6-13), seguida de una reflexión de la teóloga Maragarita Saldaña. La mujer que entra sin permiso, rompe su frasco de alabastro y derrama el perfume sobre Jesús se convirtió en símbolo de tantas mujeres que, sin reconocimiento, entregan lo mejor de sí en gestos de amor y cuidado, más allá del cálculo y de la eficiencia.
En un gesto participativo, las personas presentes fueron invitadas a encender velas, ofreciendo su oración desde la vida. Surgieron palabras y nombres: Ismael, un joven muerto en la calle; las familias de la Cañada Real sin acceso a luz; las mujeres de Cáritas que luchan cada día por sacar adelante a sus hijos; las jóvenes que sufren violencia o falta de oportunidades. Se evocó el sufrimiento de las mujeres afganas, el drama del suicidio juvenil por desesperanza y la necesidad de transformar no solo las políticas, sino también los corazones endurecidos ante la pobreza estructural. La oración fue también memoria agradecida de tantas mujeres que han sostenido la historia desde el silencio, y una llamada a seguir escuchando a quienes hoy resisten desde la exclusión.
El gesto final fue el del envío. Como la mujer del perfume, que se derramó sin medida, se invitó a las personas a ponerse en pie, ungidas simbólicamente con un perfume, para salir al mundo con esperanza activa. “No se trata de esperar, sino de esperanzar”, se dijo. Esperanzar es levantarse, construir, caminar juntas. Es dejar que la luz de Dios se encienda en medio de la oscuridad.
Con esta oración, el Observatorio de la Mesa diocesana de las Mujeres de la Archidiócesis de Madrid ofreció una experiencia espiritual profundamente encarnada en la vida de las mujeres pobres, desde la escucha, la denuncia y la fe. Un gesto profético que recordó que el Evangelio sigue derramando perfume en medio de un mundo herido.