Las Bienaventuranzas según Lucas: Jesús nos invita a la plenitud de vida más allá de lo material
Pilar Algarate 16 de Febrero de 2025Lecturas del Sexto Domingo del Tiempo Ordinario: Jer 17, 5-8/ Sal 1, 1-2.3.4 y 6/ 1Cor 15, 12.16-20/ Lc 6, 17.20-26
Nos adentramos en el Evangelio del sexto domingo del tiempo ordinario, una lectura que resulta familiar para muchos de nosotros: las bienaventuranzas. Hoy las encontramos en el relato de Lucas, con un matiz diferente al de Mateo, pero con el mismo mensaje. En estas bienaventuranzas, Jesús llama "dichosos" a quienes, en circunstancias que muchos considerarían desdichadas, hallan la verdadera felicidad. Jesús les promete la plenitud de dicha: el Reino de su Padre. Además, el evangelista introduce un contraste al señalar a aquellos a quienes llama "malditos": aquellos que disfrutan de su propia situación sin considerar o incluso dañando a quienes atraviesan momentos de sufrimiento o necesidad.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles y se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón.
Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
“Dichosos ustedes los pobres,
porque de ustedes es el Reino de Dios.
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre,
porque serán saciados.
Dichosos ustedes los que lloran ahora,
porque al fin reirán.
Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos,
porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora,
porque después tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ríen ahora,
porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe,
porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!”
Palabras del Santo Padre
Las Bienaventuranzas de Jesús son un mensaje decisivo, que nos empuja a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, a no buscar la felicidad siguiendo a los vendedores de humo —que tantas veces son vendedores de muerte—, a los profesionales de la ilusión. No hay que seguirlos, porque son incapaces de darnos esperanza. El Señor nos ayuda a abrir los ojos, a adquirir una visión más penetrante de la realidad, a curarnos de la miopía crónica que el espíritu mundano nos contagia. Con su palabra paradójica nos sacude y nos hace reconocer lo que realmente nos enriquece, nos satisface, nos da alegría y dignidad. En resumen, lo que realmente da sentido y plenitud a nuestras vidas. ¡Qué la Virgen María nos ayude a escuchar este Evangelio con una mente y un corazón abiertos, para que dé fruto en nuestras vidas y seamos testigos de la felicidad que no defrauda, la de Dios que nunca defrauda! (Ángelus, 17 de febrero de 2019)
Preguntas para la reflexión
Este domingo, la invitación es a reflexionar sobre a qué grupo pertenecemos: ¿Nos situamos entre quienes, a pesar de las adversidades, mantenemos nuestro corazón en Dios y confiamos en sus promesas? ¿O creemos que basta con nosotros mismos?
El egoísmo no nos salva, ni a nosotros ni a los demás; la verdadera salvación radica en buscar el bien para los otros. Esta es la clave para entrar en la dinámica del Reino que Jesús nos promete. Un Reino en el que los pobres, los humildes, los perseguidos y los que sufren encuentran manos amigas que construyen puentes, que crean vida. Seamos parte de esas personas comprometidas en transformar el mundo, aunque sea en una pequeña porción. Solo así podremos ser llamados: ¡felices!
Leamos este reto que hoy se nos presenta para integrarlo en nuestras vidas: "Repensar la solidaridad en clave de comunidad y defender los derechos humanos. En palabras del Papa Francisco, 'supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, que dé prioridad a la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos', 'devolver al pobre lo que le pertenece' y 'defender los derechos de los pueblos'. Es trabajar por el bien común, garantizando la vida digna de todos los seres humanos, especialmente de los más frágiles".
Bienaventuranzas
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».