«Tú, Señor, eres mi esperanza». IX Jornada Mundial de los Pobres. Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario
Pilar Algarate 16 de Noviembre de 2025En este Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos invita a contemplar la historia desde la esperanza, justo cuando el año litúrgico se acerca a su final y el Evangelio nos muestra un mundo que parece tambalearse. Es también la Jornada Mundial de los Pobres, una ocasión privilegiada para mirar la realidad desde quienes más sufren y para dejarnos evangelizar por su sabiduría, su resistencia y su confianza.
El Evangelio de Lucas (21, 5-19) presenta un escenario de incertidumbre: templos que caen, conflictos, angustias y situaciones que pueden generar miedo. Jesús no promete una vida sin dificultades; promete algo más profundo: su cercanía. Y nos regala una palabra que atraviesa toda oscuridad: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestra vida». La verdadera fuerza no está en las estructuras, sino en las personas que se mantienen fieles, que aman en lo pequeño, que esperan aun cuando todo parece quebrarse.
Esta esperanza es justamente la clave del mensaje del papa León XIV para esta Jornada: «Tú, Señor, eres mi esperanza» (Sal 71,5). El Papa recuerda que la esperanza brota de corazones heridos pero confiados, de personas que, aun atravesando angustias, saben que Dios es roca, refugio y fortaleza. La esperanza cristiana no defrauda porque no se apoya en lo que pasa, sino en el Dios vivo, fiel y cercano. Las personas empobrecidas son testigos privilegiados de esa esperanza firme: no confían en las seguridades del poder o del tener, sino en Dios, en su promesa y en su amor que sostiene. La pobreza más grave —dice el Papa— es vivir sin Dios, sin un horizonte que dé sentido a la existencia; por eso, la atención espiritual es parte esencial de la acogida. La verdadera riqueza es amar y ser amadas, descubrir que Dios es el tesoro que no se agota.
En esta misma línea, Mons. Vicente Martín, obispo auxiliar de Madrid, nos invita a vivir esta Jornada como una oportunidad pastoral concreta. Nos recuerda que estamos llamados a tener muy presentes a las personas más pobres en nuestras comunidades, a escucharlas con respeto y cercanía, a compartir con ellas sus esperanzas y anhelos. Propone que antes del 16 de noviembre generemos espacios comunitarios de escucha de la Palabra, oración común y escucha sincera de quienes viven en precariedad. Solo si damos protagonismo al Señor podremos darlo también a quienes están al borde del camino. Por eso, el arzobispo convoca a una Eucaristía jubilar en la Catedral de la Almudena, invitando especialmente a participar junto con las personas acompañadas en parroquias, centros de acogida, residencias y proyectos sociales. Ante Dios, todas las personas somos pobres y necesitadas, y es desde esa verdad como nuestra oración puede subir unida y fuerte al cielo.
La Jornada Mundial de los Pobres nos coloca frente al corazón del Evangelio: la esperanza cristiana no es evasión, sino compromiso; no es consuelo vacío, sino fuerza para transformar la historia. La perseverancia que pide Jesús se concreta en la capacidad de mantenernos al lado de quienes sufren, de no acostumbrarnos al dolor ajeno, de abrir caminos de justicia, dignidad y ternura. Los pobres no son una distracción para la Iglesia: están en el centro de lo que celebramos y anunciamos. En su vida herida y resistente descubrimos dónde está Dios y hacia dónde debe dirigirse nuestra comunidad.
En este Domingo XXXIII, pidamos la gracia de perseverar en el amor, de sostener la esperanza unas y otros, y de construir una Iglesia donde nadie quede fuera, donde la vida de cada persona cuente y donde la esperanza se haga visible en gestos concretos. Porque la esperanza solo crece cuando se comparte.
Lectura del Evangelio
Lucas 21, 5-19
Y como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. Y cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Preguntas para la reflexión
- ¿Dónde percibo hoy que Jesús me invita a perseverar sin miedo?
- ¿Qué rostros concretos de personas en situación de pobreza me ayudan a comprender la esperanza del Evangelio?
- ¿Qué estructuras o seguridades me impiden confiar plenamente en Dios?
- ¿Cómo puedo abrir más espacios de escucha, acogida y cercanía en mi comunidad?
- ¿Qué gesto sencillo puedo ofrecer esta semana como signo de esperanza compartida?
Materiales de apoyo para la Jornada
- Cartel del Jubileo: pulsa aquí.
- Cartel del mensaje de León XIV: pulsa aquí. Mensaje de León XIV: pulsa aquí.
- Carta de nuestro obispo auxiliar, Vicente M. Muñoz: pulsa aquí.
- Subsidio del Dicasterio vaticano para la evangelización (Presentación – Propuestas pastorales – Vigilia de Oración – El ejemplo de San Benito José Labre – Jubileo de los Pobres (Roma) – La indulgencia jubilar – – Oración inspirada en el Mensaje): pulsa aquí.
- Subsidios de la Conferencia Episcopal Española: Para la Homilía (pulsa aquí) — Para la Liturgia (pulsa aquí) — Para la Animación de las comunidades (pulsa aquí).
- Catequesis para niños (10 a 13 años) de nuestra Archidiócesis de Madrid: pulsa aquí.
Oración
Dios Padre, Tú eres el Dios de la esperanza. Tú nos sostienes y nos acompañas siempre, también cuando pasamos momentos difíciles. En Ti encontramos nuestra fuerza, nuestra alegría y la confianza para seguir adelante. Te necesitamos a Ti, a tu Palabra, a tu amistad, y a los sacramentos que nos ayudan a crecer en la fe. Contigo descubrimos el verdadero tesoro que no se acaba nunca.
Jesús, Tú elegiste vivir la pobreza y compartir la vida con las personas que más sufrían. Enséñanos a reconocer tu presencia en cada rostro, en cada historia, en cada persona. Aumenta nuestra fe en Ti y haz que vivamos como tú nos enseñaste, sembrando esperanza.
Espíritu Santo, llénanos de amor y danos fuerza para transformar nuestro entorno. Ayuda a nuestras comunidades y ciudades a parecerse más al sueño de Dios, donde todas las personas sean tratadas con dignidad y puedan vivir con justicia.
María, Madre que acompaña a quienes sufren, ruega por nosotras y nosotros. Que este Año Jubilar nos ayude a crear nuevas formas de apoyo, solidaridad y acogida para que nadie falte de hogar, alimento, salud y educación.
Amén.