La Cruz no es condena, es amor que se entrega para dar vida. Fiesta de la Exaltación de la santa Cruz
Pilar Algarate 14 de Septiembre de 2025En la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la liturgia nos invita a mirar lo que, a simple vista, podría parecer un fracaso. Pero no celebramos un instrumento de tortura. Celebramos el misterio de un amor llevado hasta el extremo.
El Evangelio de san Juan nos ofrece una de las frases más conocidas y, a la vez, más desconcertantes del cristianismo: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. No para condenar, sino para salvar. La cruz no es castigo, sino entrega. No es derrota, sino camino de vida.
Jesús fue elevado en la cruz como Moisés elevó la serpiente en el desierto, para que toda persona que lo mire con fe, viva. Esta es la lógica del Reino: salvación a través del amor entregado, de la compasión que no pone límites, del perdón que no se agota.
En un mundo que muchas veces glorifica el poder, el éxito y la venganza, la Cruz nos recuerda que la victoria de Dios pasa por la ternura, el servicio y la entrega sin condiciones.
Contemplar la cruz hoy es dejarnos mirar por un amor que no exige, pero transforma. Es preguntarnos si nuestra vida está alineada con esa lógica del Reino: la de quien se da, aunque duela. La de quien ama hasta el final.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Juan 3, 13-17
Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Preguntas para la reflexión:
- ¿Qué lugar tiene la cruz en mi vida de fe? ¿La contemplo solo como sufrimiento o como entrega?
- ¿Me siento amado/a por Dios de forma personal y profunda, como dice el Evangelio de Juan?
- ¿De qué forma estoy llamada/o a “entregarme” por amor a otras personas, al estilo de Jesús?
- ¿Mi seguimiento de Jesús reproduce la lógica del Reino: compasión, humildad, entrega?
- ¿Qué cruces estoy cargando hoy? ¿Las llevo con Él o por mi cuenta?
Oración
Oración ante la Cruz
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.Tú me mueves, Señor: muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Amén.