Fiesta de la presentación del Señor

Pilar Algarate 2 de Febrero de 2025

Lecturas del Día: Malaquias 3, 1-4/ Hebreros 2, 14-18/ Lc 2, 22-40

Hoy celebramos Fiesta de la Presentación del Señor que nos invita a reflexionar sobre la luz de Cristo, que se revela al mundo como salvación. En la lectura de Lucas 2, 22-40, vemos cómo Jesús es presentado en el Templo por sus padres, y el anciano Simeón, lleno del Espíritu Santo, lo reconoce como la luz que ilumina a todas las naciones.

También celebramos la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, bajo el lema "Peregrinos y sembradores de esperanza". Esta jornada resalta el testimonio de las personas consagradas, quienes entregan su vida a Cristo y, a pesar de las dificultades, mantienen viva la esperanza. El Papa Francisco destaca la paciencia y el "corazón joven" de los consagrados, quienes, sin rendirse, continúan sembrando esperanza en el mundo. Este año, la jornada subraya dos virtudes clave: la misión profética de los consagrados y el valor de las relaciones nuevas, basadas en el encuentro con Jesucristo, que fortalecen una comunidad solidaria y peregrina.

Hoy, al celebrar la Eucaristía, nos unimos en la misma actitud de Simeón y Ana, atentos a la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana. Con los ojos abiertos, los oídos atentos y el corazón consagrado, agradecemos el don de aquellos hombres y mujeres que han consagrado su vida al Evangelio, siendo reflejos de la luz verdadera, que es Cristo, nuestro Señor, en medio de un mundo necesitado de esperanza.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

Lucas 2, 22-40

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.

Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:

“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo,
según lo que me habías prometido,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
al que has preparado para bien de todos los pueblos;
luz que alumbra a las naciones
y gloria de tu pueblo, Israel”.

El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada, y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

Preguntas para la reflexión

  1. ¿Qué significa para ti ser un "peregrino y sembrador de esperanza" en tu vida cotidiana?
  2. ¿Cómo puedes reconocer y valorar la misión profética de las personas consagradas en tu comunidad?
  3. ¿Cómo puedes apoyar y acompañar a aquellos que han consagrado su vida al servicio del Evangelio?
  4. ¿Qué significa para ti el acto de Simeón, al reconocer a Jesús como la luz que ilumina a las naciones?
  5. En medio de las dificultades diarias, ¿cómo puedes mantener la esperanza y esperar con paciencia la manifestación de Dios en tu vida?

Oración

Señor, no dejes que anide en nosotros la indiferencia.

Empújanos a gritar contra la injusticia enséñanos a acompañar

a los desesperados, quítanos la pereza y el miedo,

a dar la cara por los indefensos.

Danos sensibilidad para ponernos en la piel de los incomprendidos.

Que no nos desentendamos nunca ni de los cerca ni de los de lejos.

Queremos estar siempre de parte de la vida, de parte del hombre,

de parte de todo lo que tú amas.

#PresentacióndelSeñor #JornadaMundialdelaVidaConsagrada
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