Domingo de Resurrección: “En esperanza hemos sido salvados”
Pilar Algarate 20 de Abril de 2025Lecturas: Hechos de los Apóstoles 10, 34a.37-43. Sal 117 / Carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4. Evangelio según San Juan 20, 1-9.
El Domingo de Resurrección representa la culminación de nuestra fe, el acontecimiento que ilumina toda la historia humana y le da sentido. Como nos recuerda el lema de este año, "En esperanza hemos sido salvados", celebramos hoy que Jesús, el Crucificado, vive para siempre porque Dios, su Padre, lo ha resucitado.
La mañana de Pascua transforma radicalmente nuestra realidad. El Papa Francisco, en su mensaje pascual de 2024, nos recordaba que "la Resurrección no es una simple vuelta a la vida anterior, sino la inauguración de una vida nueva que ya no está sometida a la caducidad". Esta novedad de vida es la que nos pone en movimiento, como a María Magdalena, a Pedro y a Juan, impulsándonos hacia búsquedas marcadas por la luz, el color, la vida y el futuro.
El sepulcro vacío que descubren los discípulos es el signo de un amor más fuerte que la muerte. "El anuncio de la Resurrección —señalaba el Papa Francisco— no es solo una noticia del pasado, sino una realidad viva que transforma el presente. Cada vez que alguien se levanta de la miseria, cada vez que se vence una injusticia, cada vez que se construye la paz, se está haciendo presente el poder de la Resurrección en nuestra historia".
Tanto Pedro, en la primera lectura, como Juan, en el evangelio que proclamamos hoy, no dejan lugar a dudas sobre la realidad de este acontecimiento. No hablan de un fantasma, sino de alguien que ha compartido todo con quienes han estado a su alrededor, personas que han sido agraciadas por su paso recibiendo el don de la curación del cuerpo o del espíritu.
La fuerza de la Resurrección se mueve con libertad en la historia y es capaz de hacerse presente y germinar en los lugares más mortecinos y aparentemente apagados. Como nos ha recordado el Papa Francisco, "la esperanza cristiana nace precisamente allí donde parece que ya no hay esperanza". Esta esperanza que no defrauda es la que nos mueve a comprometernos con la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Resucitar es sentir el ardor del amor en lo profundo de nuestras vidas, el que se realiza cada mañana cuando nos levantamos para seguir construyendo la casa común, haciendo de la ecología una economía de fraternidad, buscando que a nadie le falte el pan de la justicia ni el agua de su dignidad. El Papa nos invita a que "la alegría de la Resurrección no quede encerrada en nuestras iglesias, sino que salga a las periferias, allí donde más se necesita la luz de la esperanza".
Por eso, Pablo nos invita a gozar de una vida renovada, a ser personas nuevas que viven la realidad de un mundo nuevo y de una tierra nueva, no solo transformada, sino recreada. Como dijo el Papa Francisco, "ser cristianos de Resurrección significa optar siempre por la vida frente a cualquier forma de muerte, elegir la solidaridad frente al individualismo, preferir la inclusión frente a la exclusión".
Nuestros hermanos y hermanas se encontrarán con Cristo resucitado cuando nosotros, haciendo arder la tierra, les llevemos la noticia de que son queridos como hijos e hijas únicas en el Hijo, y se lo hagamos creer en nuestra propia generosidad como desbordamiento de su gracia y de su encuentro con nosotros.
En este "día que hizo el Señor", la familia de Cáritas Madrid celebra que nuestra paz se ha manifestado como vida sin fin. Jesús ha abierto la losa de nuestro sufrimiento y de nuestra muerte. Reunidos en el nombre del Señor en este día de gloria, cantamos la acción de gracias a las misericordias de Dios en la vida de la humanidad y ofrecemos alabanzas a la víctima propicia de la Pascua.
Celebrar esta Pascua es abrazar la misión de ser testigos de esperanza. Nos invita a abrirnos al misterio, a mirar la realidad con ojos nuevos, a vivir con fe, a comprometernos con justicia y amor. Como las mujeres del Evangelio, y como María, la Madre del Resucitado, estamos llamadas y llamados a velar, a caminar, a proclamar. Que esta Pascua nos renueve en la alegría y nos impulse a vivir con confianza: el Señor vive, y nos quiere vivas y vivos también a nosotras y nosotros. ¡Felices Pascuas!
¡Feliz Domingo de Resurrección!