«Que nadie que se acerque a Cáritas se vaya sin sentirse escuchado, acompañado y respetado en su dignidad»
27 de Octubre de 2025REFLEXIÓN EN RELACIÓN A LA CARTA PASTORAL 2025-2026
Por Javier Ojeda
Delegado episcopal de
Cáritas diocesana de Madrid
 
QUERIDAS AMIGAS Y AMIGOS DE CÁRITAS:
Comenzamos un nuevo curso en nuestra diócesis de Madrid con la certeza de que Dios nos regala otra oportunidad para servir mejor a quienes más lo necesitan. No partimos de cero: venimos de mucho bien compartido, de heridas acompañadas y de rostros concretos que siguen reclamando cercanía. La carta pastoral de nuestro arzobispo, José Cobo, nos anima a vivir este tiempo como discípulos que caminan juntos, abiertos a lo que viene con esperanza, dejándose guiar por el Espíritu y poniendo cada don al servicio de los demás. Esta es, también, nuestra vocación en Cáritas.
La carta comienza con una llamada clara a vivir una esperanza encarnada, una esperanza que toca vida: no podemos huir de la realidad ni encerrarnos en ella. Es una realidad que a veces duele. Duele acompañar el papeleo de quien migra buscando una vida mejor y encuentra puertas cerradas, duele la soledad de nuestros mayores, la ansiedad de tantas familias que no pueden vivir en un hogar digno, los jóvenes que no encuentran un trabajo decente. Quizás lo más fácil sería mirar para otro lado. Pero ¿no es ahí donde Jesús sigue esperando nuestro abrazo?
También nos habla de caminar como familia, como una comunidad que cuida, se cuida y discierne. No vamos solos. Por eso en Cáritas deseamos reforzar la presencia en el territorio, trabajar codo con codo con las parroquias y comunidades, cuidar los equipos, tejer alianzas con otras realidades diocesanas y sociales, y hacer de la caridad un pilar básico de la vida eclesial. No somos un «servicio paralelo», sino el corazón mismo de la misión de la Iglesia, allí donde hay sufrimiento y necesidad. La caridad no es opcional: es constitutiva de lo que somos, de nuestra corresponsabilidad bautismal. Por eso sabemos que la misión no es de unos pocos, de un grupo concreto, es de toda la comunidad. En Cáritas eso se vive de forma palpable: en quienes regalan tiempo, quienes ponen su trabajo, quienes dan su apoyo económico discreto y constante. Juntos tejéis, día a día, esa Iglesia que quiere estar cerca del dolor y construir justicia y dignidad.
Me parece también muy inspiradora la insistencia en la esperanza activa. No basta soñar. Hay que embarrarse las manos, mantener la alegría, tener paciencia en procesos largos y osadía para cambiar estructuras que oprimen. ¿Qué cuenta en la vida? Un gesto, una mirada, un proyecto compartido, saber escuchar, estar junto al que sufre. En todo eso está el Evangelio hecho vida, y no hace falta más.
Amigas, amigos: leo la carta y siento que Dios pone en nuestras manos una parte de su Reino. Nada de lo que hacéis es inútil, ningún esfuerzo se pierde. Cada gesto, cada euro donado, cada rato entregado, cada puerta abierta, es semilla de un mundo nuevo, donde nadie queda fuera.
Os invito a leer esta carta pastoral con el corazón abierto. En sus páginas encontraréis un aliento que nos recuerda que nuestro trabajo no es en vano, que cada esfuerzo, cada gesto de servicio, cada euro donado, cada hora entregada al voluntariado es parte de algo mucho mayor: el Reino de Dios que se abre paso en medio de nuestras ciudades.
Permitidme acabar con un deseo: que este curso pastoral vivamos con más convicción nuestra misión de ser signo de la esperanza de Cristo en el mundo; que nadie en Madrid se sienta solo ante la necesidad; que Cáritas, en todas las parroquias, comunidades, proyectos, seamos la mano tendida de la Iglesia y la casa donde el pobre es primero. Os pido que este curso volvamos a lo básico: escuchar, acompañar procesos, defender derechos, tejer comunidad y celebrar la fe que nos mueve.
Gracias, de corazón, por vuestra entrega. Que María de la Almudena nos sostenga en el servicio.
Con afecto, gratitud y mi oración.
 
    