Cuando la necesidad se desborda, la caridad no entiende de fronteras

27 de Febrero de 2025

Son seis jóvenes. Sonríen entre entusiasmados y agradecidos, aunque la vida no siempre les ha dado motivos para sonreír. Hablamos de un grupo de jóvenes de origen subsahariano que vienen desde Canarias, donde llegaron atravesando el mar, cuando aún eran menores, huyendo de la miseria y el dolor de sus países de origen. Ahora tienen entre 18 y 19 años, y después de un tiempo en un centro para jóvenes migrantes, acaban de aterrizar en Madrid.

Les ha sorprendido el frío dicen, de hecho, una de las primeras cosas que han hecho es ir a comprarse abrigos. Han llegado ilusionados, pero con los miedos propios de quien empieza otra vez de nuevo. En esta ocasión en una ciudad más grande, incluso, con Metro. Toca adaptarse a los ritmos de la ciudad y a un entorno diferente. Aquí se alojan ya en uno de los pisos de Cáritas diocesana de Madrid.

Hace unos meses, los obispos de Canarias hicieron un llamamiento a las diócesis debido a la llegada masiva de personas migrantes, y la respuesta de Cáritas diocesana de Madrid no se hizo esperar. Se contacto con los corredores de hospitalidad, coordinados por Cáritas y la Delegación de Migraciones de Canarias, para la gestión junto con la Mesa por la Hospitalidad de la Archidiócesis de Madrid. 

Para ello, se ha habilitado uno de los recursos residenciales para acoger temporalmente a estos jóvenes migrantes. Porque cuando la necesidad se desborda, la caridad no entiende de fronteras. Esta casa, de habitaciones y camas espaciosas, será su hogar. 

La acogida ha sido cálida. Dos jóvenes senegaleses que participan en otros proyectos de Cáritas diocesana se han ofrecido a recibirles. Serán sus referentes mientras se adaptan a esta ciudad y a la nueva situación. Comparten edad similar, vivencias pasadas parecidas y una cultura común. También los acompañarán, además del equipo técnico, un grupo de personas voluntarias muy diferentes entre sí; desde una joven alemana, a un jubilado o una mujer de mediana edad. Diversidad también para acompañar con una mirada amplia, inclusiva, multicultural.

Como multicultural ha sido la comida de bienvenida que se les ha preparado. Sabores y olores senegaleses se mezclan con los de la paella o la tortilla de patatas. En la mesa se ha derramado acogida y alegría. Una forma de hacerles ‘sentir como en casa’, a la vez que se abren puertas a otra cultura, otras personas y otras formas de hacer.

Han intercambiado experiencias entre palabras y frases cortas y muchas sonrisas. Han observado el salón, las cocina. Han dejado sus pertenencias en las habitaciones. Y se han sorprendido, con la mirada inocente de un niño, del tamaño de las camas y las habitaciones, qué bien “tener una cama para mí solo donde dormir”.

Este piso será el lugar desde el que comenzar a tejer nuevos caminos, empezar a trabajar, establecer nuevas redes de apoyo, terminar de tramitar su situación legal, o estudiar quizás… la vida que vive cualquier joven de su edad.

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