“Yo no solo vengo a cuidar o a mirar”
Cáritas Madrid 3 de Octubre de 2015De un lado a otro camina María Olvido en el Hogar Santa Bárbara, donde es voluntaria desde hace dos años. Hoy nos relata su labor de acompañamiento en este proyecto que Cáritas Madrid dedica a madres con dificultades.
De un lado a otro camina María Olvido en el Hogar Santa Bárbara, donde es voluntaria desde hace dos años. Hoy nos relata su labor de acompañamiento en este proyecto que Cáritas Madrid dedica a madres con dificultades.
Cáritas Madrid. 3 de octubre de 2015.- En la zona de Tribunal, en uno de esos tantos edificios, si subes al segundo piso y cruzas el portal un lunes por la noche, es posible que te atienda María Olvido.
Esta vez no es lunes, ni es de noche, sin embargo ahí está María cuando tocamos a la puerta. Tras el saludo su sonrisa es instantánea y la voluntaria no tarda en darnos la bienvenida al espacio que se convierte en su casa todos los lunes: el Hogar Santa Bárbara, de Cáritas Madrid, un proyecto que da acogida a mujeres, a punto de ser madres, que carecen del apoyo social, emocional y económico que demanda traer al mundo una nueva vida.
Más que mirar
María ya cuenta dos años y un poco más desde que llegó por primera vez al Hogar Santa Bárbara. Aquí, la vocación de servicio de la voluntaria encontró su lugar. “Me gusta lo relacionado con niños o con mujeres”, explica, al tiempo que recuerda el entusiasmo que sintió ante la posibilidad de compartir estos momentos tan importantes junto a las madres y religiosas que colaboran con el proyecto.
Después de asistir a la charla, apuntarse como voluntaria y mantenerse a la expectativa por unos meses por fin recibió la propuesta: “Me preguntaron si no tenía problema en ir a dormir una noche”. “Necesitaban a una persona que se quedara con ellas el lunes porque es cuando necesitaban más ayuda” y es por esto que, frente a la interrogante, un “sí” terminó por concretar su compromiso con el Hogar y así, cada lunes, María pasa la noche con las mujeres y sus pequeños.
“Yo no solo vengo a cuidar o a mirar, yo no tengo problema en coger a un niño o bañarlo”, afirma María, pues para ella su trabajo no consiste en ser una figura de autoridad sino de confianza y apoyo para ellas. “Me cuentan un poco su vida, intento hablar con todas y llegar a todas. Quiero oir su versión, que me cuenten lo que les ha pasado” comenta “lo que intento es hablar, relacionarme con ellas, porque al final lo que creo que le hace falta a la gente es que la escuchen”.
Comparte la mesa y más
Generar dinámica y ambiente familiar es predilección para María cuando llega al hogar y, en función de esto, busca generar momentos de compartir junto a las mujeres, especialmente a la hora de la cena. “Intento que cenemos todas juntas, lo pongo como obligación. No vale que me digas que no vienes a cenar, no, cenamos y hablamos todas juntas”, aclara.
Con suavidad pero con firmeza, la voluntaria intenta consolidar rutinas con las madres pues “son chicas que han sufrido mucho y algunas no tienen ni hábitos sociales, a veces hemos tenido alguna que incluso tuvimos que enseñarle a sentarse a la mesa”, comenta.
Sin embargo, conforme se acerca el lunes, la expectativa también emociona a las madres pues saben que María intenta dar un giro a la dinámica habitual: “hacemos cenas temáticas” detalla con una sonrisa, mientras apunta que a menudo son ellas las que proponen el menú de la noche: “¿hacemos cena de pinchos? Venga, ¿cena mexicana? Pues, venga”.
“Yo suelo traer siempre el postre”, agrega la voluntaria durante su relato en el que menciona también otras actividades que incluye para amenizar las noches en el Hogar Santa Bárbara: Hicimos zapatillas, hicimos un montón y estaban en la tienda”, también “les he dicho a ver si mi hija las enseña a maquillarse”.
Relatos duros
Detrás de cada rostro, se esconde una historia y es ahí a donde quiere llegar María Olvido cada vez que atraviesa el portal, cada vez que saluda a las chicas y se dispone a escucharlas.
La realidad y la dureza de los relatos en el Hogar Santa Bárbara conllevan a que, aunque sea una vez a la semana, María intente darles protección a las mujeres, “como si yo fuera su madre, porque son gente que les falta afecto. Muchas de ellas han vivido en la calle, no tienen familia y hay mucho desarraigo” detalla, “muchas vienen de la prostitución y te dicen que seguirán luego porque no tienen otra salida”.
La mayoría de ellas son extranjeras pues tienen mayor riesgo de caer en la exclusión al estar en una situación de alta vulnerabilidad como el embarazo. María recuerda compartir con mujeres de República Dominicana, venezolanas, colombianas y de Uruguay, también de Marruecos e incluso Europa del Este, mujeres que también, desde sus testimonios, aportan a la voluntaria nuevas perspectivas.
“No es tanto lo que yo les ayudo a ellas sino que ellas también me ayudan a mi a ver muchas cosas y ver un poco la otra realidad, es mutuo” comenta María, “muchas veces no te das cuenta que en el entorno hay mucha gente necesitada”.
Punto de encuentro
“Algunas chicas me han llamado después de salir, para agradecerme y eso me llena de alegría”, relata María, sonriente, mientras asegura que la convivencia y apoyo mutuo marcan el día a día en el Hogar Santa Bárbara, donde cada aportación a las madres y sus bebés se traduce en gratitud y en gestos que, resumen en una sonrisa y un ‘gracias’, la importancia del acompañamiento que realiza la voluntaria cada lunes por la noche.
“Aquí tienen un punto de encuentro que sigue aunque se hayan ido” insiste la colaboradora quien menciona cómo incluso, luego de dejar su estancia en el proyecto, muchas mujeres mantienen contacto con el Hogar Santa Bárbara, las religiosas y, por supuesto, María Olvido, quien acaba por convertirse en una compañera más: “Yo las veo, a veces y si necesitan algo pueden volver aquí” afirma, siempre transmitiendo esa tranquilidad que reserva para las madres y que, a fin de cuentas, es lo que la motiva en cada visita.
“Nadie os va a dejar en la calle, no os preocupéis”, repetirá María a las madres cuando la angustia cruce sus rostros, animada por el deseo de ser esperanza viva pues, ante vidas tan difíciles, el Hogar Santa Bárbara se dirige hacia la esperanza para dar alivio con el servicio al menos favorecido y para ser, desde los distintos contextos y rostros de la necesidad, testimonio de caridad.