Voluntarios: barreras contra la indiferencia
Cáritas Madrid 5 de Septiembre de 2017Personas con sus trabajos, sus familias, sus aficiones, con sus vidas estables y hechas, que conmovidos por el sufrimiento humano, dedican parte de su tiempo a los demás
Personas con sus trabajos, sus familias, sus aficiones, con sus vidas estables y hechas, que conmovidos por el sufrimiento humano, dedican parte de su tiempo a los demás.
Cáritas Madrid. 5 de septiembre de 2017.- Comienza el mes de septiembre. La ciudad va recuperando su pulso normal. El metro se va llenando de gente que acude presurosa a sus trabajos. Los niños disfrutan de sus últimos días de vacaciones. Vuelven los horarios, el menú del día, las obligaciones, las tareas más o menos rutinarias, las prisas,… No todo adquiere un tinte gris. También están los reencuentros. En el proyecto de personas sin hogar, CEDIA, se van reincorporando voluntarios tras las vacaciones. Jaime, Belén, María Ángeles, Carmen, Miguel, Rafael,… Se esponjan los corazones con el reencuentro en un ámbito, como es de la exclusión social, en el que no sobran las alegrías. Las relaciones que establecemos van más allá de las funciones, los roles, las tareas.
En uno de estos reencuentros con nuestros voluntarios, comentamos una noticia terrible. En la India, una chica de diecisiete años da a luz en la calle. El personal de un hospital cercano se niega a asistirla. El personal del hospital afirmaba que no tenía autorización para salir del hospital, ni permiso de la familia para ingresar a la chica. Una palabra viene a la cabeza: adiaforización, el proceso por el que los actos humanos pierden su contenido moral. Otra palabra: indiferencia.
Viendo a Belén sirviendo la cena; a Jaime, María Ángeles, a Carmen poniendo lavadoras; a Miguel o a Rafael haciéndose cargo de la acogida, le da a uno por pensar que nuestros voluntarios son una barrera contra la indiferencia. Personas con sus trabajos, sus familias, sus aficiones, con sus vidas estables y hechas, que conmovidos por el sufrimiento humano, dedican parte de su tiempo a paliarlo. Barreras contra la indiferencia.
“Pero llegó un samaritano, que iba de viaje, y, al verlo, se compadeció de él…” (Lc 4,33)