Vivir en ‘armonía’

23 de Febrero de 2023

Agradecemos la luz que nos dejas, y que te hayas ido en armonía, como tú misma decías: en armonía con tu fe y tu vocación de servicio a Dios como Hija de la Caridad; en armonía con el trabajo sincero y bien hecho al servicio de los demás en Cáritas Madrid; y en armonía con tu corazón de mujer, fiel, inteligente, humilde, bueno.

Quizás por eso no nos puede superar la tristeza de tu partida, sino el agradecimiento de la lección de vida que nos dejas. La luz de tu recuerdo en este atardecer de despedida.

Son muchas las huellas pequeñitas que has dejado, en estos 63 años en Cáritas, en cada una de las personas que se han cruzado en tu camino.  Menuda y risueña, con zapatillas deportivas y hábito azul. Nos la cruzábamos a la entrada de Cáritas Madrid, atravesando el jardín o en su despacho escribiendo a ordenador. Lloviera o nevase, con frío o calor, y siempre contenta. Era sor Josefina, que no ha faltado nunca a su cita si se trataba de hacer de esta una sociedad más justa. Lo hacía junto a las Hijas de la Caridad, junto a la familia de Cáritas Madrid, junto a las personas voluntarias y donantes y sobre todo junto a las personas que necesitaban ayuda. 

Son muchas las palabras que sobre ti hemos recibido estos días y que queremos compartir, como homenaje. Te pedimos disculpas si alguna vez no te quedó claro lo mucho que significabas para nosotros. Eras más que una anciana entrañable, una mujer admirable. Porque no es la edad lo que nos regala lecciones de vida, sino los gestos, la manera de ser y sentir y ver el mundo.

Destacamos tu pasión, que hacía tan verdadera tu forma de darte a los demás, con entusiasmo y alegría, segura de poder seguir aportando y aprendiendo a la vez. Mujer intelectual y culta, nos dabas también una lección de humildad cada vez que te veíamos inscrita a las formaciones que se impartían en Cáritas o nos preguntabas cómo usar un programa informático. “Sor Josefina ¿pero qué le vamos a enseñar a usted en este curso que no sepa ya?”, te decíamos. Y nos respondías que tenías mucho que aprender y mejorar. La humildad es lo que hace a las personas avanzar.

Perseverante, muy austera para ti, pero no para los demás, trabajadora y segura, tenías además una enorme capacidad de empatía, por eso fuiste capaz de adaptarte a los cambios sin perder de vista la meta. “No olvidéis que los pobres son nuestros amos”, nos decías para que no olvidáramos por qué y para qué estamos aquí.

Nos impactaba también esa claridad mental e intelectual que tenías, capaz de contar de una manera sencilla y cercana la historia de nuestra Cáritas. Te lo decíamos mucho, y sonreías humildemente cuando te describíamos como ‘la historia viva de Cáritas Madrid’. Y era cierto. Siempre nos atendiste con entusiasmo cuando te pedíamos tu testimonio de aquellos primeros años de Cáritas. ¿Quién no te ha oído contar cómo en sus primeros años Cáritas Madrid se encargó de repartir la ‘leche americana’ a los niños de la posguerra, y cómo así comenzamos a acercarnos a las familias?

Tus anécdotas nos han ayudado a entender no solo qué es Cáritas, sino lo que supone trabajar en Cáritas: arriesgar, estar cerca del dolor, luchar y esforzarse por ser la mejor respuesta que podamos para las personas.

Quizás por tu formación como Trabajadora Social, doctora en Derecho y Teóloga, eras detallista, analítica y con una visión muy estratégica de lo social, que ibas adaptando a la realidad de cada momento. No olvidaremos la última foto que nos pediste hacerte, en el festival de Villancicos, con Grilex, rapero católico, querías estar a la “última”.  Esa misma visión que te hacía en los 60’s dejar panfletos en los parabrisas de los primeros Cintroëns, porque esos, pensabas, sí tendrían recursos para donar. O si no, ¿cómo se explica, que en una puerta de paso del personal médico y sanitario del Hospital Ramón y Cajal haya, a día de hoy, una Hoja de Caridad pegada, que curiosamente se renueva mes a mes. Eso es visión estratégica al servició del corazón. Y ese es el reflejo de tu mirada de lo social: los datos valen, pero valen más las personas que hay detrás. Reconocer y ver a la persona por encima de todo.

Creativa y cariñosa. También te han descrito como una de las mejores personas que hemos conocido. Bondadosa y divertida, con un sano sentido del humor. Modesta, has enseñado y aprendido a partes iguales.

Seguir aprendiendo te daba luz para avanzar, pero sabías que teníamos que mirar hacia atrás, porque el pasado era el pilar de nuestro futuro.

Hay quienes se duelen del tiempo que les falta para hacer todo aquello que tienen pendiente, y lo viven con angustia. Sor Josefina, tú te has dado hasta el último momento con alegría y paz, y aún así has dejado muchas cosas por hacer: algún artículo pendiente de escribir, la Hoja de Caridad de febrero… que no dejaste de pensar en ello hasta el último minuto, cogiendo el teléfono y diciéndonos “lo siento no puedo, tenéis que seguir con ello”. ¡Qué satisfacción vivir hasta el final sabiendo que la vida aún tiene nuevos proyectos e ilusiones que ofrecernos! Así te has ido dejándonos otra gran lección de vida. Pensaste en las personas más necesitadas hasta el último momento.

Nos has regalado trocitos de tu vida, retazos de lo que hemos sido. Te has ido discretamente, de una forma sencilla, sabiendo que te iba, serena y en paz, y con el corazón lleno de nombres.

Nos decía el sacerdote que ofició tu funeral el pasado 25 de enero, coincidiendo con la fiesta de la conversión de San Pablo, que “el caballo que dejó tirado en el suelo a san Pablo seguía por ahí suelto y, un día, sor Josefina se lo encontró por los campos de Sos del Rey católico – su tierra natal- para, después, seguir cabalgando, 20 siglos más tarde, por este mundo, por esta ciudad de Madrid, llevando el amor misericordioso de Dios a los pobres. Y así ha sido hasta el último de sus días”.

Cuesta decir adiós, sobre todo a las personas que no se irán nunca porque su huella y esencia permanecen. Nos acordaremos de ti cuando vayamos a Cercedilla, cuando abramos el periódico los primeros domingos de mes, en nuestro tradicional Día de Cuestación cuando nos enseñabas dónde ponernos con la hucha, cuando pasemos por la cuarta planta de Santa Hortensia, de Martín de los Heros… y allí por donde has pasado.

Por eso, Sor Josefina, esto es un hasta luego esperando que tu reencuentro con el Señor haya sido tan luminoso como tú, y que sigas desde ‘allí’ enviándonos tu luz.

Galería multimedia

Volver