Una vocación 'cocinada a fuego a lento'

María Ángeles Altozano 12 de Febrero de 2024

Entrevistamos a Oussama, jefe de partida de Carifood, donde sus sueños se fueron cocinando siendo muy joven y donde ahora ha regresado para formar a otros jóvenes que, como él entonces, tienen la esperanza de forjarse un futuro laboral mejor.

A fuego lento se fueron cocinado los sueños de Oussama. Y entre esos fogones de Carifood, que prendieron su vocación de cocinero cuando llegó a Madrid siendo apenas un niño, nos atiende hoy. Entre sus platos preferidos están la paella, y reconoce que como cocinero tiene buena mano con el risotto, las fabes con berberechos o la tarta de queso, “lo que mejor me sale”. Enérgico, dulce, con personalidad, “algo que te da vitalidad”; si fuera un ingrediente Oussama se definiría como ‘naranja’.

Esa vitalidad probablemente le ha llevado a ser a día de hoy jefe de partida de Carifood, la empresa de inserción laboral de catering y colectividades que se impulsa desde Cáritas Madrid. El suyo es un caso de éxito y superación. Su trayectoria ilustra lo que son los procesos de inserción laboral, donde se comienza ofreciendo formación y trabajo en un sector especializado – en este caso el de la cocina-, para que la persona pueda luego salir al mercado laboral por sí misma.

Se trata de aprender y de crecer a la vez. Así le ocurrió a él. Se formó en Carifood y de ahí dio el salto a las cocinas de una renombrada cadena de restaurantes en la capital. Pronto descubrieron – como lo hicieron en el Servicio de Empleo de Cáritas- su talento. Y ahora, tras unos años de rodaje ha regresado de nuevo a las cocinas de le vieron nacer. Ahora como parte de la plantilla. Ahora como encargado. Ahora como un ejemplo de que los sueños se cumplen para quienes, como él en su día, se están formando.

Como la última cucharada de un postre, que importante es cerrar etapas dejando un buen sabor de boca. Así ha vuelto Oussama – no como el hijo pródigo- sino como el aprendiz aventajado que fie en su día, “porque aquí ya saben quién soy, qué hago, y que trabajo bien, y eso me ha permitido volver”, matiza con humildad.

“Me recuerdan a mí”, nos dice refiriéndose a los chicos que ahora aprenden con él. “Por eso comparto con ellos lo que yo sentía cuando estaba en su lugar. Les digo que la cocina es mucho más que horarios y estrés. Aquí cocinamos con tranquilidad, hay tiempo para equivocarse, para rectificar… si algo no sale, lo volvemos a intentar”. Ese es el espíritu de una empresa de inserción, el de aprender desde lo constructivo. El de ganar en confianza y autoestima como le ocurrió a Oussama, quien dejando atrás a familias y amigos se vio llamando a las puertas de Cáritas Madrid donde, nos dice, “he conocido a gente maravillosa, como Concha, que es para mí una de las mejores personas que he conocido en mi vida; no tengo palabras para agradecerle cómo se ha portado conmigo”. Recuerda con agradecimiento su trayectoria, que no ha sido fácil. “A Cáritas Madrid le estoy muy agradecido. Han hecho algo inolvidable por mí. Me han acompañado en situaciones complicadas, cuando no tenía nada”. Ha sido este acompañamiento, y su tenacidad, lo que infundieron en él esperanza en el futuro.

De su profesión dice, “lo mejor es cocinar, me encanta, la cocina es lo mejor para mí – y su entusiasmo traspasa las palabras-. “Y lo peor son los horarios del mundo de la hostelería y la presión, por los ritmos en la cocina; detrás de cada plato que nos sirven, a tiempo, caliente, a nuestro gusto, para hacernos sentir y disfrutar, hay un enorme sacrificio que no siempre se ve. El cocinero sufre mucho para servir lo mejor de sí, por eso sus condiciones laborales deberían ser mejores”.

Qué te define, le preguntamos: “Que tengo ganas e intento mejorar y superarme cada día. Si me das una receta la trabajo y la intento mejorar y meterle algo propio que la haga mía. El mundo de la cocina nace de la creatividad, por eso no paras de aprender, aunque tengas 30 o 50 años, y yo solo tengo 23” – nos dice ilustrando con su risa ese largo camino-.

“He tenido la oportunidad de aprender de cocina española y hostelería en general, he estado en buenos sitios cocinando junto a los mejores, donde he tenido la posibilidad de crecer y madurar”. En nueve meses pasó de ayudante a jefe de cocina y ha asumido con modestia mucha responsabilidad desde muy joven, algo que “me gusta, porque me gusta tener responsabilidad, trabajar y hacerlo bien.”

Como en la cocina, las vocaciones se forjan a fuego lento, pero sin pausa. “Tengo mucho que dar, ahora tengo a personas a mi cargo, pero soy consciente de que yo todavía también debo formarme y seguir aprendiendo”. Y además tiene un nuevo sueño que vislumbra: “Me veo en Marruecos con mi familia, y abriendo mi propio restaurante. Y me veo innovando, no quiero dejar de crecer como cocinero”.

Aunque dice Oussama que en su cocina no va una parte de su cultura, “porque  me he adaptado a los gustos de aquí, menos especiados y picantes”, sí que va una parte de él esencial, el amor por lo que hace. “Ese es el ingrediente principal, el amor, si no cocinas con amor y cariño, aunque tengas los ingredientes más caros del mundo, lo que cocinas no sabe a nada, se diluye el sabor”. Sin duda.

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