Un viaje de nostalgias y esperanza con el sabor dulce de la yuca

1 de Agosto de 2024

Desde un pueblo del departamento de Huila, en Colombia, hasta una Cáritas parroquial de la Vicaría VIII. Así ha sido el viaje de Raquel, de 47 años.
Como si de un sueño premonitorio se tratara, Raquel vivía con sus padres y sus cuatro hermanos en una vereda llamada la “La Esperanza”. Y es esa esperanza la que ha recuperado aquí, tras sentirse desesperanzada, dejando atrás familia, país, raíces… para empezar de nuevo.

Recuerda con nostalgia la tierra que ha dejado atrás. Sus padres tenían una finca, de colores y olores dulzones e intensos, donde se cultivaban muchas frutas, como guana, naranja, lima, limones, aguacates, guayaba, guanábana, plátano, yuca o maíz… todo delicioso, nos cuenta, por eso su nostalgia guarda aún un sabor dulce.

También había en la finca toros, terneras y vacas de las que se ordeñaba leche fresca con la que se hacía requesón o quesos. Mi niñez fue muy bonita, nos dice mientras con su mirada se transporta de nuevo a la finca de frutas exóticas y animales de granja.

De sus padres conserva su imagen paseando por el campo, el cariño, una buena educación y los valores que le inculcaron, como la responsabilidad, la honestidad, el sentido del trabajo bien hecho, la capacidad de esforzarse, de frustrarse y aún de continuar.  Modelos ejemplares que han alumbrado sus días de sombra cuando acababa de llegar a España.

La película de la infancia que se nutre de recuerdos sencillos y llenos de belleza, también guarda algún drama. Eso fue lo que le pasó a Raquel con tan solo ochos años, cuando unos atracadores enmascarados irrumpieron en su casa, y ella, una niña, temblaba de miedo como le tiembla ahora la voz al recordarlo. Desde entonces un miedo a verse sola o rodeada de hombres quedó instalado en ella. A los quince años vivieron un episodio parecido y se acabó el idílico paisaje del campo. Se instalaron en Bogotá donde vivió treinta y un años. Allí, nacieron sus tres hijos, de los que madre orgullosa, habla con entusiasmo. Angie Tatiana, William Steveen y el pequeño, Erick Fernando.

Pero en mayo de 2022 la vida vuelve a dar un giro inesperado. Vienen a España. Al margen de las vicisitudes del principio, el camino que ha recorrido en estos dos años ha estado lleno de lugares y personas espectaculares, personas que con su bondad y cariño le han dado el apoyo que necesitaba para continuar este nuevo rumbo del destino, o de Dios, a quien encomienda a todas las personas buenas que la han acompañado. 

De la realidad que supera la ficción Raquel sabe mucho. Y del realismo mágico, o la magia de la realidad. Por eso agradecida, nos escribe a Cáritas Madrid y, emocionada, nos da las gracias por la acogida, por acompañarla en este viaje.

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