Un tal José
24 de Diciembre de 2024Por Sergio Leopoldo
En Navidad, la de verdad, la cristiana, la que celebra que Dios decide hacerse presente en la historia de la humanidad para compartir nuestro camino, hay algunas figuras más relevantes que otras. Aunque esto no va de marketing, creo que es lógico reconocer que, José, en contrapunto con la relevancia de Jesús y María, ha sido siempre el personaje menos visibilizado de este tiempo litúrgico. Lo que sabemos de él es más bien poco, pues tan solo en dos de los evangelios se le menciona [Mt 1,18-25 / Mt 2, 13-15 / Lc 1,26-27 / Lc 2,4-5]. Sin embargo, creo que es de justicia reconocer la significativa aportación de José para que Dios se hiciera presente. Recordemos lo que sucedió y, humanizando la situación, actualicémoslo a nuestro contexto particular para preguntarnos: “¿cómo hubiéramos reaccionado nosotros en su lugar?”.
Los evangelios de Mateo y Lucas relatan que José tenía una relación de pareja con María y, con toda seguridad, tendría intenciones de formar una familia con ella y poder construir un proyecto de felicidad común. Sin embargo, María, contra todo pronóstico y sin la intervención de José, se queda embarazada. Sería lógico entender que para José esta situación pudo suponer un drama; la mujer a la que amaba se había quedado embarazada y todo hacía indicar que podría tratarse de una infidelidad. En un contexto patriarcal y machista, la abominable “lógica” judía era repudiar a la mujer por haber cometido adulterio y que esta fuera lapidada. Sin embargo, José no hace tal cosa, confía (aun cuando la racionalidad invita a pensar otra cosa), acepta y continua hacia delante con el proyecto común.
Lo que los relatos evangélicos nos muestran de la vida de José es un ejemplo de humildad, esfuerzo, trabajo y amor, sobre todo, amor. Un amor basado en el servicio, en la entrega silenciosa, en la labor secreta. Un amor que se da sin vanagloria, sin esperar recompensa o alabanza. A José “le conocemos por sus actos”; alguien que se identifica con su conducta y su actitud, sin esperar ensalzamiento, pues actúa desde el anonimato, “en lo secreto” [Mt 6, 1-4 / Mt 7,15-20].
Ahora que se acerca la Navidad, considero que es necesario recordar a José y reconocer su importancia para vivir nuestra fe desde la Misericordia, la Fraternidad y la Caridad. Esta época del año, junto al mensaje de esperanza de un Dios que se hace próximo y prójimo, nos trae también el testimonio de un hombre que apostó por un proyecto familiar, que contribuyó a acercar la gran noticia de que Dios es amor, que reconoció que “la integridad es hacer lo correcto aunque nadie nos esté mirando” [Jim Stovall], que creyó firmemente que el ejemplo es la mejor de las metodologías educativas, que certificó con su vida la frase de esa referente de la Caridad que es la Madre Teresa de Calcuta “el que no vive para servir, no sirve para vivir”. Por todo ello, gracias, José.