Un día de Caridad, bajo la lluvia
Maria Angeles Altozano 29 de Mayo de 2024AMANECE EN UN MADRID DONDE, pese a las altas temperaturas, se presiente la lluvia. Será inminente. Saldremos aunque haya que regresar pronto. Saldremos aunque sea sin paraguas. Así fueron las primeras horas del Día de Caridad de hace un año. No hubo llamadas de ninguna de las mesas para cancelar la salida. La jornada transcurrió entre nubarrones y claros de solidaridad.
Juan abre a las seis de la mañana la persiana de su bar. Da más pereza que de costumbre madrugar cuando hace frío. Prepara la máquina del café y mira al cielo. Lloverá y vendrán a pedir café caliente o té, aunque sea primavera. Justo en la acera de enfrente Juan ve colocar las mesas. Un año más, son las mesas de los corazones de Cáritas Madrid.
Alguien olvidó llevar paraguas – ¿quién espera la lluvia en junio? -. Con la mesa puesta y los folletos salpicados de gotas, tres personas voluntarias sonríen a quienes pasan y regalan pulseras con una mano, mientras con otra se ajustan la capucha del abrigo.
A Juan le conmueve la escena. ¿Cómo pueden pasar frío y mojarse por y para otros? Qué fe les mueve a acercarse ante miradas de frío, prisa o indiferencia. Es entonces cuando abre el toldo de la terraza y les invita colocar la mesa debajo. Si han de mojarse, que sea poco. Si han de salir al encuentro de quienes pasan por la calle, que puedan respaldarse de la lluvia.
Las personas voluntarias sonríen animadas. Se han descubierto el abrigo. Muchos pasan de largo, y muchos otros valoran el esfuerzo, escuchan lo que tienen que contarles y dejan un donativo. Y un claro se abre en el cielo. Hoy la mesa principal del bar de Juan no es la de los comensales.