“Sí, puedo decir que tengo un trabajo decente”
9 de Octubre de 2025“Sí, puedo decir que tengo un trabajo decente”. Esta historia la comenzaremos al revés. Porque en Cáritas Madrid nos gustan los finales felices hacia donde conducen los caminos de esperanza, aunque esto implique que la travesía no siempre sea ni fácil ni cómoda ni confortable.
Pero nos dice Gustavo, protagonista de esta historia, “ha valido la pena”. Actualmente trabaja como gerocultor, tiene un contrato indefinido en una residencia de mayores, “con todas las garantías del sistema español de Seguridad Social —nos dice orgulloso— y con la esperanza de poder ejercer mi profesión en el futuro”.
Antes de llegar aquí, pasó por trabajos ajenos a su formación: psicólogo en su país de origen y posgraduado en un máster de psicología que cursó nada más llegar a España. Como Gustavo, muchas personas toman la difícil decisión de migrar en busca de un futuro mejor, y sobre todo, tranquilidad.
“Con el paso de los meses los recursos comenzaron a agotarse, y al no conseguir empleo formal tuve que trabajar de manera irregular, sin contrato, sin estabilidad, en distintos oficios ajenos a mi formación”. El tiempo apremiaba. Tras acabar los estudios de posgrado, consiguió residencia y permiso de trabajo, pero solo podía desempeñar puestos vinculados a su profesión y no podía homologar su título.
En esta situación, tras dos años de espera e incertidumbre, Gustavo acude a Cáritas Madrid en busca de ayuda para encontrar alternativas para regularizar su situación. Aquella fue una buena decisión. “Allí me derivaron al área de empleo y formación, donde me asignaron un tutor que fue importante para explorar vías de regularización, siendo la más viable el arraigo para la formación”.
Y como las casualidades existen, en ese tiempo desde el Servicio diocesano de Empleo se ofrecía entonces una certificación profesional que se ajustaba a sus intereses —porque es necesario un empleo, pero no cualquier empleo. Se trataba del ámbito de la atención sociosanitaria a personas dependientes en instituciones sociales.
A partir de ahí las trabas comenzaron a suavizarse, el camino tenía menor pendiente y las expectativas eran buenas. En este caminar Gustavo no olvida a quienes lo acompañaban, por eso agradece “la valiosa orientación y gestión de mi tutor”. Pudo recibir asesoramiento jurídico y obtuvo la residencia por arraigo para la formación. Así cursó la formación que se impartía en el Campus Cáritas Madrid. Penúltima puerta hacia el permiso de trabajo que tuvo que abrir. Tras las prácticas en una empresa le ofrecieron un precontrato.
Esta gestión fue posible gracias a la intermediación entre Cáritas Madrid y la empresa Valdeluz Mayores. Y es que garantizar el acceso al empleo de muchas personas que aún no han regularizado su situación requiere del compromiso, de la buena voluntad y del conocimiento de muchos actores sociales. Entre ellos las entidades como Cáritas, pero también las empresas. Porque no es fácil para una empresa que desea contratar a personas cualificadas, a las que además necesita por la escasez de profesionales cualificados, entender la multitud de gestiones que se deben hacer y el tiempo de espera que hay que cumplir. Paradojas: existen personas con ganas de trabajar y empresas con el deseo de contratar, pero los trámites complican a veces que encuentren ese lugar común. “Aunque la espera fue larga, más de 6 meses, el sacrificio valió la pena.”
Gustavo concluye con un sincero agradecimiento a quienes e encontró en el camino y a Cáritas Madrid, “por su apoyo constante, su orientación humana y su compromiso con las personas que buscamos una nueva oportunidad para construir un futuro digno y estable”, nos dice.
“Creo que puedo decir que tengo un trabajo decente —concluimos la historia como la empezamos, con un final feliz y la esperanza de que, con constancia, formación, asesoramiento y buena voluntad de todas las partes, un trabajo decente es posible—".