Tercer domingo de Cuaresma: Caminamos sedientos buscando el agua viva

Cáritas Madrid 15 de Marzo de 2020

En este tercer domingo de Cuaresma, el Señor nos invita a que escuchemos una preciosa y profunda catequesis sobre la sed y del agua. Se nos invita también a profundizar en varios aspectos que configuran nuestro perfil de creyentes: el diálogo sincero, la actitud de escucha, el deseo de cambiar nuestra vida, la llamada a proclamar la Buena Noticia…

En este tercer domingo de Cuaresma, el Señor nos invita a que escuchemos una preciosa y profunda catequesis sobre la sed y del agua. Se nos invita también a profundizar en varios aspectos que configuran nuestro perfil de creyentes: el diálogo sincero, la actitud de escucha, el deseo de cambiar nuestra vida, la llamada a proclamar la Buena Noticia…


Lecturas: Libro del Éxodo (17,3-7). Sal 94,1-2.6-7.8-9. Carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,1-2.5-8). Evangelio según San Juan (4,5-42).





Cáritas Madrid. 15 de marzo de 2020.- Realmente es un misterio, pero Dios se presenta sediento ante mí, me pide que le dé agua de mi vida pobre y pecadora, marginal y cansada. Lo hace porque quiere abrir dentro de mí un manantial de agua viva que salte hasta la vida eterna y en el que puedan beber muchos hermanos. El caso es que no hay duda de que yo, que parezco beber todos los días, tengo una sed interior insatisfecha, estas aguas no me llenan, no me quitan esa sed tan profunda e interior de lo humano en su mayor desnudez. Cuánto deseo beber en esa fuente inagotable, en esa humanidad tan limpia, en ese amor tan profundo, en ese perdón tan sincero, en ese equilibrio sereno y lleno de paz. Quiero tu humanidad, Jesús de Nazaret, quiero beber en tus entrañas, entrar en tu conversación y dejarme alumbrar por lo que tú me quieres dar en la experiencia de mi propia vida, leída con tu amor. Solo tú podrás darme el agua que me limpie de lo que me ata y me cansa, de lo que me margina y me empobrece, de lo que me agota. Tú eres el agua de la vida y yo tengo sed de ti.



LA VASIJA AGRIETADA

«Un cargador de agua en la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que él llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón. Cuando llegaba, la vasija rota solo contenía la mitad del agua. Por dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines para la cual fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía conseguir la mitad de lo que se suponía debía hacer. Después de dos años le habló al aguador diciéndole: “Estoy avergonzada de mí misma y me quiero disculpar contigo”. “¿Por qué?”, le preguntó el aguador. “Porque debido a mis grietas, solo puedes entregar la mitad de mi carga. Debido a mis grietas, solo obtienes la mitad del valor de lo que deberías”. El aguador se sintió muy apesadumbrado por la vasija y con gran compasión le dijo: “Cuando regresemos a la casa del patrón quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino”. Así lo hizo y en efecto vio muchísimas flores hermosas a todo lo largo, pero de todos modos se sintió muy apenada porque al final solo llevaba la mitad de su carga. El aguador le dijo: “¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise obtener ventaja de ello, sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde tú vas y todos los días tú las has regado. Por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi maestro. Sin ser exactamente como eres, Él no hubiera tenido esa belleza sobre su mesa”. Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero si permitimos a Dios utilizarnos para derramar el agua del compromiso solidario, el agua de la escucha gratuita, el agua del amor incondicional, estamos colaborando a embellecer nuestro entorno, a hacer más humano y habitable nuestro planeta Tierra».



CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO

1. Jesús te pide de beber: ¿qué agua te pide en este momento? ¿La de la confianza, la del dejarte hacer, la del perder miedos?
2. ¿Qué aguas turbias percibo en mis relaciones, en aquello que hago? ¿Qué me desgasta en este momento?
3. «Dame de beber». ¿Qué me están pidiendo los excluidos, los pobres?
4. ¿Cómo acoger a aquellos que llegan del duro camino de la vida y nos piden agua y posada?





ORACIÓN

TE NECESITO, SEÑOR


«¡Te necesito, Señor!,
porque sin Ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante Ti.
¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que Tú has creado;
en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!
Quiero encontrarte en tus sacramentos,
en el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!
Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
¡Tengo que verte!
Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara contigo».
(Teilhard de Chardin)





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