"Sois verdaderos ángeles"

Cáritas Madrid 4 de Abril de 2020

Carta anónima de un profesor de un colegio de Vallecas que nos da ánimos en la crisis del coronavirus: "Gracias a Cáritas, a Barro, a Fanal y a todas las organizaciones sin ánimo de lucro que trabajáis allí. Porque no sois conscientes de lo que estáis haciendo con esos chavales y sus familias. Por llegar a veces donde en el aula no somos capaces, aunque os juro que lo intentamos".

Carta anónima de un profesor de un colegio de Vallecas que nos da ánimos en la crisis del coronavirus: "Gracias a Cáritas, a Barro, a Fanal y a todas las organizaciones sin ánimo de lucro que trabajáis allí. Porque no sois conscientes de lo que estáis haciendo con esos chavales y sus familias. Por llegar a veces donde en el aula no somos capaces, aunque os juro que lo intentamos".


Hola, soy un profe de primaria, joven, de 27 años, 26 cuando empezó este curso, pero con cuatro años ya a mis espaldas. Cuatro años donde he trabajado en un pueblo, sustituyendo por la capital y hasta en Londres. Y después incluso en Entrevías.

Por eso, cuando el 3 de septiembre llegué a mi nuevo cole de Villa de Vallecas, pegado a Santa Eugenia pensé: “No creo que mi alumnado sea más flojito que el año pasado”. Hasta que, poco antes de empezar con los niños, me dieron la lista de los que venían de Cañada.


¿DE CAÑADA? ¿DE CAÑADA REAL GALIANA? ¿Del sitio dónde está lo peor de Madrid? ¿Dónde se vende droga? ¿Dónde no entra ni la policía? Afortunadamente, que equivocado estaba,

Tener este curso a alumnos de la Cañada ha sido de las cosas más bonitas y enorgullecedoras que me han pasado desde que soy profesor. Y no digo que esté siendo fácil, porque por momentos no lo ha sido, pero si ha sido gratificante. Y el punto de inflexión fue esa visita que hicimos los profes en septiembre a la Cañada Real.


Conocer Cañada

Ese día vimos que sí que se puede entrar a Cañada Real, concretamente e incluso, al sector 6, probablemente, el más devastado por las desigualdades sociales en todo el camino regio. Y lo que vi no me lo esperaba para nada.

Es cierto que se vende droga, durante un kilómetro o kilómetro y medio que, de verdad, ojalá nadie tenga que pasar el tormento de vivir en esa parte, porque no es sitio para jugar, para salir a la calle, para estudiar, para crecer, en definitiva, no es sitio para vivir, pero es que la Cañada son dieciséis kilómetros y los cinco kilómetros de paseo hasta llegar a la peor zona me sirvieron para abrir los ojos.


Está claro que no es el mejor barrio de Madrid para vivir, que faltan muchas cosas y que como ellos mismos dicen a veces, “es una ciudad sin ley”. Bueno, es así, pero la propia sociedad les ha quitado las leyes. ¿Cómo no van a engancharse a la luz y al agua si quien quiere pagar por esa luz y esa agua recibe una negativa como respuesta? Y recuerden, señores, que el sector 6 de la Cañada Real surgió por un motivo, el de tirar todos los poblados chabolistas del Madrid metropolitano. Y se metió allí a todo el mundo. Desde 1960, si no antes, y nunca fue un problema. Nunca fue un problema hasta que el crecimiento urbanístico lo puso en el mapa.

“¿Me echas al culo de Madrid con todos los despojos y ahora que te interesa me quieres volver a echar?” Eso es lo que han hecho a estos señores y señoras, niños y niñas, que viven cada día una pantalla de un videojuego cuyo único objetivo es llegar a la pantalla que empieza el día siguiente.


Dos grupos de alumnos

Pero volviendo a la visita, allí los niños me llenaron de ternura. El chaval que más la liaba en clase y que más la alborotaba se pegó a mí desde el principio del paseo y se tiró sus buenos kilómetros conmigo, y cando me cruzaba con mis alumnos salían a nuestro encuentro a saludar. No sé, es la primera vez que me he sentido querido por las familias como maestro, y que era maestro no solo en el horario de nueve a tres.

En el cole a veces las cosas son diferentes. Yo he visto dos grupos de alumnos. Académicamente, y aunque no sea correcto decirlo, he tenido a los mejores y a los peores. Y me he volcado por todos ellos. Con cada uno de diferente manera.


Con los primeros, por hacerles ver que había una opción más allá, que podían y tenían que pelear por lo que ellos querían lograr en su vida, no lo que querían sus padres, si no lo que querían ellos. Y he sido exigente con ellos como el que más. Porque para mí eran exactamente igual que el resto y, de verdad, no digo esto como algo positivo, si no como lo más natural del mundo, porque al final, eran niños como cualquier otros y, creedme, con mis propios ojos he visto que la niña con más dificultades, con menos recursos y que en peor situación se encontraba, tenia más amor propio que ninguno otro. Y era frágil, la que más tal vez, pero dura a su vez.


Con los segundos he intentado de hacerles creer en el cole como el medio para lograr cosas, en la educación como vía de escape, y, aunque no tiro la toalla, es cierto que a veces priorizo otras cosas, que sepan dar ayuda a otra persona a costa de su propio tiempo, que sean pacientes, que razonen y no solo actúen, en definitiva, que sean buena gente hoy, para serlo mañana.

Y al final, aunque sabes todo lo que está detrás, tienes que hacerte un poquito con el corazón de piedra e incluso ser duros con ellos, aunque a veces te salga otra cosa, porque sabes que no solo es por su bien, si no también por el bien del resto, por mantener el nivel, por mantener la motivación del resto para que tiren de estos, porque por una vez, cuando paras a pensar en los niños de la Cañada Real, ellos son los unos, y los demás son el resto.


Cañada en la cuarentena

Ahora con la cuarentena veo que me estoy dando la razón a mi mismo, porque muchas de estas familias, cuando les estás dando un mínimo de lo que realmente merecen, son las mas agradecidas y sus hijos, con menos medios que muchos otros alumnos, están haciendo lo que pueden por sacar el curso adelante, y eso, de verdad, es digno de admirar y de aplaudir. ¡Olé por vosotros! Antes de terminar quiero agradecer de forma anónima a Cáritas, a Barro, a Fanal y a todas las organizaciones sin ánimo de lucro que trabajáis allí. Porque no sois conscientes de lo que estáis haciendo con esos chavales y sus familias. Por llegar a veces donde en el aula no somos capaces, aunque os juro que lo intentamos. Porque sois verdaderos ángeles. GRACIAS.

 

 

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