Ser voluntario de Cáritas es... dar lo que hemos recibido

20 de Junio de 2023

Este es el testimonio de uno de nuestros voluntarios, Enrique, de Cáritas Vicaría III.

«Gratis habéis recibido; dad gratis» (Mt 10,8). Estas son las palabras pronunciadas por Jesús cuando envió a los apóstoles a difundir el Evangelio, para que su Reino se propagase a través de gestos de amor gratuito.

¿Qué dones he recibido yo gratis? He recibido la vida, la fe, el tiempo entre otros muchos dones.

Cuando terminé mi tiempo en el servicio de mi carrera profesional, me dije ¿y ahora qué? Cómo ocupar mi tiempo y que esa ocupación sea útil para la sociedad. Reflexioné, pregunté, investigué cómo responder mejor a las palabras dichas por Jesús “dad gratis lo que habéis recibido gratis”.

Me ofrecí al párroco de mi parroquia y le dije: tengo tiempo disponible estoy a tu servicio, tú dirás en donde mejor puedo serte útil a ti y a la Iglesia. La respuesta no fue inmediata, dos meses después me dice 'vete a Cáritas', y desde entonces aquí estoy.

El Papa Francisco define a los voluntarios de Cáritas con estas palabras: ”Ustedes marcan el paso para que la Iglesia esté cada día en el mundo. Ustedes ayudan a los demás a cambiar el curso de la propia vida. Son la sal, la levadura y la luz. Ofrecen un faro de esperanza a los necesitados”.

Desde el tiempo de los apóstoles hasta nuestros días la Iglesia ha estado al servicio de la humanidad. Siempre ha habido hombres y mujeres que han sido la luz, la sal y la esperanza de los débiles. Pensemos en tantos fundadores de congregaciones religiosas, cómo respondieron a las necesidades de los hombres de su tiempo. Atendiendo a los cautivos, presos, enfermos, ancianos, abandonados, impartiendo cultura y formación. En el momento presente, la Iglesia sigue prestando ayuda y atendiendo a personas necesitadas, por medio de las familias que estos santos fundaron, no solo por medio de ellos sino también de tantos voluntarios y voluntarias Cáritas, que son testigos de Jesús en nuestros barrios y plazas y siguen siendo luz, sal y levadura de esperanza.

Nosotros los voluntarios de Cáritas debemos distinguirnos más por nuestro talante, por nuestro estilo de vida, por lo que somos más que por lo que hacemos. Cáritas presta muchos servicios a la sociedad, de la misma manera que lo hacen muchas ONGs. No dudo que lo hacen con profesionalidad, pero los voluntarios de Cáritas debemos hacerlo con los mismos sentimientos que lo hacía Jesús. ”Alegrándonos con los que se alegran y entristeciéndonos con los que sufren”. Debemos atender a las personas que se acercan a las acogidas con calidad y calidez.

La calidad nos exige profesionalidad, en el trato, en el conocimiento de lo que nos preguntan, claridad en las respuestas, búsqueda de soluciones.

La calidez, va unida a la ternura, al encuentro, la compasión, la misericordia el cariño, el amor.

Me llama la atención que, con alguna frecuencia, los Servicios Sociales nos mandan a las acogidas personas que el Papa denomina los excluidos, los marginados, los sobrantes. Estas son el mismo tipo de personas que Jesús acogía cuando caminaba por los caminos de Palestina, los buscaba, hablaba, curaba. Nosotros debemos ser las manos de Jesús, y dar esperanza a sus vidas.

La calidez debe estar dentro de nosotros. Algunos puede ser que lo tengan, pero es un don que debemos pedir. Nos ayudará a tener calidez el conocimiento de Jesús, mediante la oración, la lectura del evangelio, la meditación. Aprendamos de Jesús que con alguna frecuencia se retiraba a orar a su Padre, en la soledad del monte y en el silencio de la noche; del mismo modo hagámoslo con Jesús.

A lo largo de este pequeño tiempo que he dedicado mi vida a Cáritas Madrid debo de decir que he recibido más que lo que he dado.

Es verdad que he dado mi tiempo, pero he recibido un conocimiento más profundo de Jesús, este conocimiento ha hecho que aumente más mi fe. He entendido que Jesús se nos da en la Eucaristía, pero también he comprendido mucho más el lavatorio de los pies. Comprendo mejor el significado de bajarse al suelo para mirar hacia arriba y entender a las personas que nos vienen. Me he sentido más Iglesia al valorar el servicio de la Diaconía a los más necesitados. Me he puesto en contacto con los humildes y pobres y he comprendido su angustia. He escuchado con atención su amargura su pena y en la medida de mis posibilidades he intentado transmitir esperanza.

He encontrado gente maravillosa entre los voluntarios que dedican su tiempo a los necesitados por medio Cáritas. Personas cercanas a Dios, pues tienen una confianza plena en Él. Voluntarios que trabajan con ilusión, entrega y sin esperar otra recompensa que la satisfacción de hacer lo que debían hacer “de dar gratis lo que recibieron gratis”. 

Creo que no me equivoqué el día que me ofrecí a mi párroco y él me destinó a Cáritas. Doy gracias a Dios y a las personas que se han fiado de mí y al grupo de voluntarios con el que trabajo.

Enrique Quintana González
Voluntario de Cáritas Madrid

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