Semana Santa 2025: Un camino de esperanza que transforma
Pilar Algarate 9 de Abril de 2025Durante esta Cuaresma, hemos recorrido juntas y juntos un camino de reflexión, escuchando las palabras del Papa Francisco y del arzobispo José Cobo. Sus mensajes nos han invitado a mirar con esperanza, a abrirnos al amor de Dios y a descubrirnos profundamente amadas y amados. Ahora, al iniciar esta Semana Grande, nos disponemos a vivir el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo con corazones renovados.
Cada celebración de esta Semana Santa nos regala un mensaje de esperanza:
- Domingo de Ramos: "No os dejéis robar la esperanza." Jesús entra en Jerusalén, recordándonos que incluso en medio de las dificultades, la esperanza permanece como nuestra fuerza.
- Jueves Santo: "Amor, fuente de esperanza." En el lavatorio de los pies y en la Eucaristía, descubrimos que el servicio y la entrega transforman nuestra realidad.
- Viernes Santo: "La esperanza nunca defrauda." La cruz no es el final del camino; es el puente hacia una vida nueva. En el sufrimiento, Dios nos sostiene.
- Sábado Santo: "La tiniebla se transforma." En el silencio del sepulcro, la oscuridad se llena de promesa. La espera paciente nos enseña a confiar.
- Domingo de Resurrección: "En esperanza hemos sido salvados." Cristo resucitado nos abre las puertas a una vida plena y eterna, llena de sentido.
Para vivir plenamente estos días:
Elevemos nuestra mirada hacia la cruz para contemplar el inmenso amor con que Cristo nos abraza a todas las personas. Preguntémonos: ¿Qué me dice hoy Jesús desde la cruz? ¿Cómo puedo responder a su amor con mi vida?
La pulsera que te entregamos, tejida durante nuestra Cuaresma, simboliza este camino compartido. Cada nudo y cada cruz representan la esperanza que nos sostiene y nos impulsa a compartir el amor recibido con quienes más lo necesitan en nuestra comunidad.
Que esta Semana Santa sea un tiempo de auténtica transformación. Permitamos que Dios ilumine nuestros corazones y haga nuevas todas las cosas en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Al contemplar al Crucificado, digámosle con fe renovada:
«Realmente eres el Hijo de Dios. Tú eres mi Dios. En Ti confío.»