Segundo domingo después de Navidad: "Y la Palabra se hizo carne y hemos contemplado su gloria"

Cáritas Madrid 3 de Enero de 2021

Primera Lectura: Eclo, 24, 1-4.12-16. Salmo: Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20. Segunda Lectura: Ef 1, 3-6. 15-18. Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18.

Primera Lectura: Eclo, 24, 1-4.12-16. Salmo: Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20. Segunda Lectura: Ef 1, 3-6. 15-18. Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18.


Cáritas Madrid. 3 de enero de 2021.- En este segundo domingo de Navidad se nos invita a ser cauce del torrente de agua viva que estamos saboreando en este tiempo de alegría y celebración. Recibir sabiduría de Dios para compartirla con otros hermanos; acoger la experiencia de salvación para ayudar a que otros "se salven". "Tiende tu mano y enrédate" para entretejernos como comunidad y familia humana. Es una invitación a la responsabilidad y al compromiso personal con nuestro entorno, con las personas, y en especial con las más vulnerables.


"Y la Palabra se hizo carne y hemos contemplado su gloria". Sí, somos testigos de que en Belén ha nacido un niño, que , envuelto en pañales, es el Hijo de Dios encarnado. Esa es la gloria de Dios, su amor por nosotros desbordado... a su manera.


Y ya está entre nosotros y se quedará siempre, incluso cuando lo veamos ascender a la derecha de Dios Padre. Él es la luz que ilumina el mundo, la sabiduría de las cosas inexplicables pero presentes y profundas, que solo se entienden desde lo profundo de nuestras entrañas humanas.


En Él somos hijos, en Él somos coherederos, en Él somos hermanos y hermanas, en Él somos llamados a elegir una vida santa y especial, la de los que reconocen la dignidad de toda persona humana. En Él hemos sido salvados nosotras y nosotros y, por eso, sabemos que su amor es infinito hacia toda la humanidad.


Reconocer a Dios en nuestra vida es un gran don y también un gran gozo. Tenemos experiencia de haber visto su acción en tantas personas que nos han ayudado a crecer porque nos han anunciado el Evangelio con sus propias vidas; en tantas circunstancias donde no veíamos salida y los nudos se han desenredado; en tantos paisajes que nos han colmado de alegría interior para sentir la paz; en tantos hermanos y hermanas a las que hemos podido acompañar en situaciones difíciles para ellos; en los momentos donde solo hemos podido estar y compadecernos con impotencia. Vamos a reconecer en las pequeñas cosas de la vida que "en la Palabra había vida y la vida era la luz de los hombres".


ORACIÓN: RESPLANDECE EN MÍ


Amado Señor, ayúdame a esparcir tu fragancia allí donde vaya.

Anega mi alma con tu Espíritu y vida.

Impregna y posee todo mi ser, hasta que mi vida sea mero resplandor de la tuya.

Resplandece a través de mí y sé en mí,

para que todas las almas que me rocen sientan tu presencia en mi alma.

Deja que alcen la mirada y ya no me vean a mí,

sino a ti, oh, Señor.
Quédate conmigo y empezará a brillar como tú brillas.

Con un brillo que iluminará a los demás.

Y esa luz, oh, Señor, saldrá de ti, no será mía; serás Tú,

iluminando a los demás a través de mí (…).

Deja que predique sin predicar, no a través de la palabra,

sino de mi ejemplo, de una fuerza arrebatadora,

la influencia de la compasión de lo que hago,

la patente plenitud que el amor de mi corazón te profesa.

 

Cardenal J. H. Newman



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