Segundo domingo de Cuaresma: La Transfiguración de Cristo

Cáritas Madrid 8 de Marzo de 2020

La Transfiguración de Cristo nos sugiere la idea de que solo es posible transformarse y transformar el mundo si tenemos presente que nos aguarda un futuro luminoso, que ya se ha anticipado en Cristo.

 


 

Lecturas: Libro del Génesis (12,1-4a). Sal 32,4-5.18-19.20.22. Segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,8b-10). Santo evangelio según san Mateo (17,1-9).


Cáritas Madrid. 8 de marzo de 2020.- La transfiguración de Cristo, que hoy escuchamos en el relato evangélico, nos sugiere la idea de que solo es posible transformarse y transformar el mundo si tenemos presente que nos aguarda un futuro luminoso, que ya se ha anticipado en Cristo.

 

Apartarse, subir a lo alto, es una invitación cuaresmal que no es de ruptura con la realidad, sino un modo nuevo de adentrarse en ella, para que nada quede sin ser vivido en profundidad, incluso el posible fracaso vital de la cruz. Vivir desde lo alto no supone quedarse en espacios propios protegidos, al margen de la realidad ancha y vasta de este mundo, sino saber vivir con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo, para que el corazón en su justo equilibrio sea humano siendo divino y sea divino siendo humano. El silencio y la oración son laboratorio de salvación, de lectura creyente que es capaz de ver con los ojos de Dios, de juzgar con el corazón de Cristo, y de actuar con la fuerza del Espíritu Santo. Abrirnos a la mirada del Padre, dialogar con Jesucristo y dejarnos fecundar por las mociones y los deseos del Espíritu dentro de nosotros, es el camino de la vida interior, de la verdadera espiritualidad. Así seremos humanos, encarnados en un compromiso evangélico fecundo, a la vez que gozaremos y sentiremos la presencia del Dios de lo alto que se hizo pobre y cercano para que nosotros voláramos muy alto.

 

La ascensión a la montaña

La montaña es lugar de encuentro con el misterio que nos fascina y nos aterriza. Ascender será una manera de adentrarnos en la soledad del corazón. Porque subir a la montaña es iniciarse en la ascensión del corazón. El corazón tiene sus pasos, sus veredas, sus desfiladeros; y por todos ellos hay que transitar para ascender al encuentro de Aquel que siempre nos espera en la cumbre, entre nubes, inaccesible para los que no quieren arriesgar sus pies en la aventura.
Hay que tomar una decisión previa: con quiénes queremos iniciar el ascenso, con qué apoyos humanos, con qué recursos. Si tenemos fortaleza de ánimo para el duro camino, para sortear los obstáculos, para confiar en Quien desde lo más íntimo del corazón nos guía.
La subida a la montaña tiene doble dirección: subimos para bajar. Nos adentramos en el misterio numinoso de la Presencia pasa salir fortalecidos y seguir caminando junto a Jesús.


CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO

¿Qué experiencias de desierto estás teniendo en tu vida?
2. ¿Qué pasos podemos ir dando en nuestra vida para vivir en esa indiferencia ignaciana, que nos permite estar con libertad para hacer la voluntad de Dios?
3. Comentad el texto de la ascensión a la montaña.
4. ¿Qué lugar ocupa la Palabra en nuestras reuniones y acciones?

 

 

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