Segundo domingo de Adviento: preparemos el corazón

Encendemos la segunda vela de la Corona de Adviento. Allí donde el amor crece y se transforma en buenas acciones para los más débiles, hay alguien que prepara el camino al Señor y allana los senderos.

 

Cáritas Madrid. 9 de diciembre de 2018.- En este 2º Domingo de Adviento, en nuestro camino de preparación a la venida del Señor nos encontramos ya hoy con la figura de Juan el Bautista. Es el enviado delante de su Hijo para "preparar el camino y allanar los senderos".

 

¡Qué fácil nos lo pone Dios! Si estamos ocupados en mil quehaceres, si nos distraemos o dejamos enfriar nuestra fe, él nos vuelve a asegurar su fidelidad para salvarnos y nos envía un mensajero que nos visite y nos recuerde que solo en Él está la liberación, que solo Él es la liberación.

 

Si nuestros ojos miran hacia el lugar equivocado, en este día podemos volver la mirada hacia la gloria que se manifiesta en su Palabra, en su Cuerpo y en su Sangre, en nuestra comunidad y en todas las personas que están a nuestro alrededor cada día de la semana.

 

Preparemos el corazón, abrámoslo, para poder también nosotros crecer en el amor para allanar lo escabroso y sentir en nuestro interior el grito: ¡ven, Señor Jesús!.

 

2º Vela de la Corona de Adviento

 

En esta segunda vela que nos anuncia el gozo del Adviento. Esta luz nos recuerda que debemos cambiar el corazón, que podemos cambiar nuestra vida y la de los que se acercan a nosotros con cada gesto de cariño y ternura que realicemos. Comprender si nuestros ojos están vueltos al Señor.

Para la reflexión y el diálogo

¿Cuáles son los desiertos actuales que necesitan una voz esperanzada? ¿Qué tiempos y espacios aprovechamos para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios? ¿Cuál es la conversión que debemos proponer personal y comunitariamente para hacer de nuestra caridad expresión del amor de Dios?

 

Oración

Con esta segunda luz que encendemos,

te pedimos, Señor, que la Luz de tu Palabra

ilumine vuestras vidas

a fin de poder "vivir de forma extraordinaria

nuestro tiempo ordinario".

Señor, que seamos reflejo de tu luz atrayente y seductora.

¡Maranatha, ven, Señor Jesús!