Santísima Trinidad. Encuentro de amor

Pilar Algarate 26 de Mayo de 2024

Lecturas del Domingo de la Santísima Trinidad: Dt 4, 32-34.39-40; Sal 32; Rom 8, 14-17; Mt 28, 16-20

El domingo pasado, con la solemnidad de Pentecostés, terminó el tiempo de la Pascua; el lunes retomamos el tiempo ordinario, es decir, el tiempo de la Iglesia (con el verde como color litúrgico), un tiempo en el que estamos llamados a vivir el Evangelio en la normalidad de la vida cotidiana, dando testimonio de la alegría de ser discípulos de Jesús crucificado y resucitado.

La festividad de la Santísima Trinidad nos invita a mirar hacia el futuro, armados con las mismas verdades que han sido transmitidas a través de la Historia de la Salvación. El impulso trinitario debe perseverar. No hay lugar para la duda. 

Lectura del Evangelio Mt 28, 16-20

Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos»

Palabras del papa Francisco

Este misterio de la Trinidad nos fue desvelado por el mismo Jesús. Él nos hizo conocer el rostro de Dios como Padre misericordioso; se presentó a Sí mismo, verdadero hombre, como Hijo de Dios y Verbo del Padre, Salvador que da su vida por nosotros y habló del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, Espíritu de la Verdad, Espíritu Paráclito —el domingo pasado hablamos de esta palabra “paráclito”— es decir, Consolador y Abogado. Y cuando Jesús se apareció a los apóstoles después de la Resurrección, Jesús los mandó a evangelizar «a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19).

La fiesta de hoy, pues, nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal.

En el anuncio del Evangelio y en toda forma de la misión cristiana, no se puede prescindir de esta unidad a la que llama Jesús, entre nosotros, siguiendo la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: no se puede prescindir de esta unidad. La belleza del Evangelio requiere ser vivida —la unidad— y testimoniada en la concordia entre nosotros, que somos tan diferentes. Y esta unidad me atrevo a decir que es esencial para el cristiano: no es una actitud, una forma de decir: no, es esencial, porque es la unidad que nace del amor, de la misericordia de Dios, de la justificación de Jesucristo y de la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones. 

Papa Francisco: Domingo, 30 de mayo de 2021

Preguntas para la Reflexión

"La Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro". No somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: abiertos, necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás. Por eso el papa Francisco nos invita a cuestionarnos:

- ¿Soy un reflejo de la Trinidad en la vida de todos los días?

- ¿Se queda la señal de la cruz que hago cada día en un mero gesto ocioso o inspira mi manera de hablar, conocer, responder, juzgar, perdonar?".

- ¿Qué implicaciones tiene para la Iglesia y para Cáritas, en concreto, creer en la Trinidad?

- «El que cree en él no será condenado»: ¿qué motivos de esperanza te aporta la meditación de este texto?

- Escucha la canción de Ain Karen, "Nacer de nuevo"

Oración

"Señor, mantén incontaminada esta recta fe que hay en mí y, hasta mi último aliento, dame también esta voz de mi conciencia, para que me mantenga siempre fiel a lo que profesé en mi regeneración, cuando fui bautizado en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo". (San Hilario de Poitiers).

 

#evangeliodeldía #EvangeliodeHoy #SantisimaTrinidad
Volver