Quinto domingo de Pascua: Jesús es la vid verdadera

Pilar Algarate 28 de Abril de 2024

Nos reunimos en este ecuador de la Pascua, fiesta de la vida y de la esperanza, fiesta en medio de las dificultades de nuestra sociedad convulsionada.

Lecturas del Quinto Domingo de Pascua:  Hch 9, 26-31; Sal: 21; 1Jn 3, 18-24; Jn 15, 1-8.

En este domingo de Pascua se nos invita a permanecer. La RAE define este verbo como "mantenerse sin mutación en un mismo lugar, estado o calidad". Sin embargo, el verbo evangélico no deja transparentar una aceptación tan inmovilista.

La metáfora de la permanencia de los sarmientos en la vid ya nos habla de vida, de flujo de savia, de novedad, de revitalización y transformación continua. Permanecer implica cuidar y reavivar permanentemente las relaciones de comunión, comunión con Jesús y a través de él con el Padre y los hermanos. Porque "la vida no es un problema a ser resuelto, es una realidad que experimentar" (Soren Kierkegaard).

El evangelio de Juan nos habla de los compromisos, pero de la causa de los mismos: permanecer unidos a Él conlleva recibir su sabia de vida, sentirla en lo más profundo y seguir germinando, con nuevas yemas, con nuevos ánimos.

Lectura del Evangelio Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.

Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos''.

Palabras del papa Francisco

En el Evangelio (Jn 15,1-8), el Señor se presenta como la vid verdadera y habla de nosotros como los sarmientos que no pueden vivir sin permanecer unidos a Él.

Jesús insiste en el verbo “permanecer”. Antes de dejar este mundo e ir al Padre, Jesús quiere asegurar a sus discípulos que pueden seguir unidos a él. Dice: «Permanezcan en mí y yo en ustedes» (v. 4). Este permanecer no es una permanencia pasiva. Es una necesidad recíproca, es una permanencia recíproca para dar fruto.

En primer lugar, lo necesitamos a Él.

Pero también Jesús, como la vid con los sarmientos, nos necesita. Él necesita de nuestro testimonio.

¿Y cómo podemos lograrlo? Jesús nos dice: «Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá» (v. 7).

Podemos pedir que pensemos como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Y así, amar a nuestros hermanos y hermanas, empezando por los más pobres y sufrientes, como Él lo hizo, y amarlos con Su corazón y dar en el mundo frutos de bondad, frutos de caridad, frutos de paz.

(2 de mayo de 2021)

Para la reflexión:

- ¿Qué es para nosotros estar unidos al árbol al que pertenecemos? ¿Orar mucho? ¿Sentir la presencia de Dios en todas las cosas? ¿Actuar en cada momento con los mismos sentimientos de Jesús? Permitamos que el Espíritu nos hable a la cabeza, al corazón y a las entrañas.

-Propósito: Buscar unirme a Dios a lo largo de este día para que sea Él quien actúe a través de mí en cada uno de mis actos.

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