¿Qué puede hacer Cáritas, o qué puedes hacer tú, para cuidar la ‘Casa Común’ y la familia humana?

En nuestro quehacer diario es fácil que las preocupaciones del momento nos absorban
de tal manera que nos olvidemos de lo que nos rodea y de los que nos rodean. Tenemos que ser
conscientes de que vivimos en un país privilegiado que lleva muchos años sin guerra, mientras otros países en treinta años han padecido dos guerras mundiales. Que tiene un clima excepcional, muy lejos de los 26 grados bajo cero que han tenido, por ejemplo, en Ucrania (y sin calefacción) este invierno. Con una naturaleza variada y riquísima en especies vegetales y animales.

Y todo esto se nos ha dado gratuitamente, como otros dones que disfrutamos y no valoramos adecuadamente porque no nos han supuesto esfuerzo: el don de la vida, el don de la libertad, el don de la naturaleza... Todo ello heredado de muchas generaciones que nos han precedido,
pero corremos el riesgo de romper esa cadena entregando a las generaciones venideras un planeta en peores condiciones que el que hemos recibido.

Aunque asumamos esto, no nos dejemos llevar por una postura derrotista: esta es una situación a nivel mundial, que tendrán que resolver las grandes potencias y lo que pueda yo hacer va a ser una gota de agua en un océano. Efectivamente, pero pensemos la importancia
que tiene esa gota en un sistema de riego por goteo; la contribución a la vida de una planta. O como dice Isaías, «la lluvia (las gotas) que empapa la tierra yla hacen fecunda». Si tú tienes una actitud proactiva en el cuidado de la naturaleza, a la larga ese ejemplo será
modelo para alguien de tu alrededor y ya serán dos, cuatro… gotas. En lugar de contribuir con tu parte, también pequeñísima de destrucción del planeta, estás remando a favor. Apliquémonos, en otro sentido, la frase atribuida a San Juan de la Cruz, dirigida a Santa Teresa de Jesús: «Seamos tú y yo buenos y así habrá en el mundo dos pillos menos».

¿Y esto qué tiene que ver con Cáritas? El papa Francisco, en su encíclica «Laudato Sí’», pone de manifiesto que nuestra existencia humana se basa en cuatro relaciones fundamentales estrechamente conectadas: con uno mismo, con los demás, con el conjunto de la
creación y con Dios. Subraya la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, ya que ellos son los más afectados por el deterioro de la naturaleza. Las más de 8000 ‘gotas’ de personas voluntarias y contratadas, de las muchas de las personas que atiende Cáritas Madrid, unido al testimonio en nuestras comunidades familiares y parroquiales, que actúan como
efecto multiplicador, pueden ser ‘una lluvia’ apreciable.

¿Y esto qué tiene que ver conmigo? No se trata de emprender grandes acciones, sino de mejorar algunas de las que realizamos de forma habitual a diario. Norequieren esfuerzo, pero sí preocuparse, pensar en los demás. Son cosas tan sencillas como apagar las luces o
controlar el consumo de combustible en la calefacción o en el transporte. Mejorar nuestros hábitos de consumo para no caer en el derroche de alimentos o ropa, adaptando nuestras compras a nuestras necesidades. O no utilizar productos de limpieza tóxicos.

Además, siempre podemos colaborar en la clasificación de los residuos domésticos que producimos; la separación de los residuos es fundamental para el abaratamiento
del proceso de reciclado y el reaprovechamiento de los productos que se obtienen. En el año 2022 se generaron en España 23 millones de toneladas de residuos domésticos, de los cuales ¡el 80 % eran residuos sin clasificar! Lo cual redunda en un encarecimiento notable en su tratamiento, y son piedras contra nuestro tejado.

En todo caso, se trata de concienciarse de que debemos colaborar con el Creador en conservar esa maravillosa obra salida de sus manos, para que podamos seguirla disfrutando nosotros y los que vengan detrás.