¡Qué necesarias las sonrisas que ayudan a ‘sanar’!

24 de Abril de 2023

Sonreír, los dicen los médicos, psicólogos y las nuevas -o ya no tan nuevas– tendencias del coaching, mindfulness y terapias del bienestar que nos entretienen y aconsejan a partes iguales, es bueno para la salud.

Sonreír tiene, sin duda, efectos beneficiosos para nuestras relaciones sociales, pero también repercute positivamente en nuestro bienestar psicológico y fisiológico. Al sonreír eliminamos endorfinas y eso rejuvenece, oxigena, limpia, elimina el estrés, aumenta la confianza, equilibra el humor, mejora la digestión… y así una lista de efectos beneficiosos, aunque no milagrosos -todo en su justa medida-.

El problema es que las sonrisas se han convertido en un lujo, no cotizan en bolsa -al menos no todavía- pero no están, en ocasiones, a alcance de todas las personas. Requieren de una mezcla de amor, cuidado, voluntad, esfuerzo y suerte para que afloren. Y no todas las personas tienen ni las oportunidades ni la actitud. Hay a quienes les cuesta sonreír, puede ser por su propio estado vital, pero también porque en ocasiones la vida cansa y duele, y la sonrisa se aleja de nuestro rostro al ritmo que nuestras expectativas de la vida se van alejando también. Sabemos de esas otras sonrisas que un día fueron y que podemos imaginar, aunque ahora no estén porque las situaciones que enfrentan las han arrebatado.

Por eso, aunque no es la ‘receta milagro’, sabemos en Cáritas Madrid del valor de la sonrisa. De lo que vale recibirla y más aún darla. Hablamos de las que ofrecemos en las acogidas a las personas que llegan, para que sepan que no están solas, que nadie las juzga o que simplemente hay al otro lado una persona a quien agrada su compañía.  Sonreír como primer ofrecimiento a quienes llegan a nosotros pidiendo callada, o explícitamente, atención, no está mal. Esas son las sonrisas que pretendemos fomentar en las acogidas de las parroquias, en los residenciales o las casas, o en los hospitales.

Esas mismas sonrisas las dan ahora las personas voluntarias del hospital de El Escorial, donde a través de Cáritas Vicaría VII se ha puesto en marcha un nuevo proyecto de voluntariado de acompañamiento a personas y familiares en el hospital. Visitan por las tardes a personas enfermas y a sus familias. A algunas les dan conversación; a quienes están solas las escuchan, o las acompañan a misa o alguna actividad o cita médica. Incluso, ahora que ha llegado el buen tiempo, pasean por los jardines antes del atardecer.

La primavera hace brotar en los árboles las flores de los primeros frutos, gestos que insuflan de vida la sierra madrileña. Lo mismo hacen esos gestos de cercanía y calidez de las personas voluntarias con los que dar, si no vida o esperanza, al menos un rato de consuelo o distracción, o un momento en los que recuperar aquellas sonrisas que un día se marchitaron. Sonrisas que no tienen precio.

Porque todos sabemos que sonreír en la puerta de un primero sin ascensor alivia a quien dentro padece del mal de la soledad. La sonrisa sana el malestar de quien al otro lado de la ventanilla se ha acostumbrado a solo recibir aluviones de reproches. Sonrisas que curan el alma de quienes se han perdido en la oscuridad. Las sonrisas calladas, que alivian tras una noticia que nos hiere. No nos cansemos de sonreír. Seamos la sonrisa que llega de repente y nos alegra la tarde.
 

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