Que nadie quede fuera, compartamos nuestra red

16 de Octubre de 2023

Por María Elena Ayuso, secretaria técnica de la Red FACIAM

Somos seres sociales

«El hombre es un ser social por naturaleza» es una frase del filósofo Aristóteles escrita hace más de dos mil años. Desde que nacemos, y a lo largo de nuestra vida, necesitamos de otros para sobrevivir, pero también para vivir. Somos seres interdependientes, de manera que el individualismo, que tanto veneramos en la actualidad, no deja de ser un espejismo.

Las personas que se encuentran en situación de sin hogar no responden a un solo patrón o perfil. En contra de lo que se oye habitualmente, si nos acercamos a sus historias e itinerarios vitales, comprobamos que no es un colectivo homogéneo. Se llega a estar sin hogar por causas muy diversas en las que siempre se entrecruzan diferentes factores, pero hay dos circunstancias o elementos definitorios que percibimos de manera común: la carencia de un lugar estable para vivir y la carencia o ruptura de vínculos sociales.

Nuestra mirada sobre las personas sin hogar suele ser económica. Pensamos que estas situaciones se evitarían con una provisión de elementos  materiales. Obviamente cubrir las necesidades básicas de vivienda, comida, higiene… son objetivos prioritarios, y más aún, son derechos básicos, pero en la situación de exclusión social en la que se encuentran las personas sin hogar, la soledad, el aislamiento y la escasez de redes sociales de apoyo adquieren también una relevancia que debemos catalogar, por el alto impacto en sus vidas, a la altura de necesidades básicas. El aislamiento social es, en ocasiones, un factor clave para acabar en la calle y una vez ahí, este aislamiento bloquea la posibilidad de salir de ella.

Hablan los datos

El estudio publicado por FACIAM «Exclusión social y COVID-19: El impacto de la pandemia en la salud, el bienestar y las condiciones de vida de las personas sin hogar» (Sánchez, E., De la Fuente, I.N. Madrid, 2021), revela la importancia de los elementos relacionales: más de la mitad de las personas sin hogar encuestadas (57 %) manifiestan contar con un apoyo social bajo y solo el 7,2 % reportan altos niveles de apoyo social. El 36,4 % señala que encontrar ayuda es difícil o muy difícil. Esto hace que cuando tienen un problema el 34,3 % acudan a los profesionales que acompañan en intervención.

Según el informe mencionado, no tener ingresos se asocia a niveles más bajos de apoyo, mientras que un mayor nivel educativo se asocia a más apoyo social; de lo que deducimos que cuando se mejoran las condiciones de vida y el acceso a derechos, también mejoran los apoyos y vínculos sociales.
Si hablamos de personas jóvenes sin hogar, la precariedad de las relaciones familiares es aún más patente, pues el sinhogarismo se vincula a la falta de figuras de referencia que acompañen a la persona en su proceso de desarrollo vital y transición a la vida adulta.

También hay relación entre los niveles de apoyo social y la salud. Las personas con bajos niveles de apoyo social refieren con mayor frecuencia que su estado de salud es malo y muestran un mayor deterioro psicológico el 74 % presenta un posible caso de enfermedad mental—. El aislamiento social y la soledad aumentan las posibilidades de sufrir depresión, ansiedad y otros problemas de salud mental.

El apoyo social tiene muchos brazos El apoyo social amplía el desarrollo personal y la posibilidad de que se produzcan oportunidades de integración.
Hablamos de un apoyo social emocional que nos ayuda a interactuar, compartir preocupaciones, mostrar cariño y respeto, y a mantener un bienestar afectivo.

Hablamos también de un apoyo con una función instrumental, encaminado a cubrir carencias materiales o necesidades básicas. También de los apoyos encaminados a eliminar barreras legales, formativas, administrativas que contribuyan al acceso a derechos, como el empleo, el alojamiento o la obtención de una renta.

Por último, y relacionado con los dos anteriores, hablamos de un apoyo social con una función informativa que favorezca el intercambio y los consejos para entender la situación que se vive, y el dar las respuestas adecuadas a las necesidades que se tienen.

Derecho a ser y crear comunidad

Diversificar y aumentar las relaciones sociales de las personas que se encuentran en situación de exclusión es clave para mejorar sus condiciones de  vida, tanto emocionales, como materiales. Las personas sin hogar tienen con frecuencia a personas cercanas que también están en una situación  precaria.

Por eso, incorporar el apoyo social en los programas de intervención y conectar a las personas en espacios comunitarios tiene que ser una prioridad a tener en cuenta en los proyectos de acogida y acompañamiento. No se trata de paternalismo, se trata de empoderar a las personas sobre sus vidas, ofreciéndoles espacios de participación donde ejerzan su ciudadanía y construyan vecindad, redes de amistad y comunidad. Sin eximir de responsabilidad a las Administraciones públicas, dado que el sinhogarismo es un problema estructural, reivindicamos el componente relacional con
un papel central, tanto en la prevención de las situaciones de calle, como en los procesos de recuperación e incorporación social.

Comparte tu red

El reto que nos lanza la campaña para las personas sin hogar 2023 apunta directamente a todo lo que hemos descrito anteriormente. «Comparte tu red» será un desafío al que todas y todos seremos convocados. La respuesta que demos dependerá de nuestra capacidades y deseos de tejer estas redes con el hilo de nuestra sensibilidad humana. No dejes que se queden fuera de cobertura. Comparte tu red.

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