"Plumón de ganso": una reflexión sobre la vida y la muerte

5 de Noviembre de 2024

Por Antonio María González Gorostiza

Debemos acostumbrarnos a la muerte y establecer una relación con ella más natural, como lo hacen los mejicanos y como se ha hecho en nuestra cultura en épocas pasadas.

En la sociedad de la leche sin grasa, sin lactosa y sin nada de nada, en donde se piensa en rescatar a un pollo enfermo en la puerta del matadero para alargar su sufrimiento durante meses, sino años, en una granja residencia impensable hace unos lustros; en la sociedad de "qué buenos somos todos cuando nos dejan y nos lo proponemos" nos hemos quedado sin sitio para la muerte y con una necesidad de querer hacernos viejos a costa de cualquier cosa.

Habría que saber plantarse como Don Mendo, no pedir carta para no pasarse y estar a gusto con los otros y con uno mismo, para saludar a esa olvidada compañera con la que deberíamos poder hablar y conversar más a menudo y por supuesto llamarla por su nombre. Entre otras cosas nos falta capacidad espiritual y tranquilidad para aceptarla en nuestra vida, ya creamos en el más allá o simplemente porque nos tenemos que despedir de una situación pasajera sin misterio que debe acabar y acabará. Mejor será si nos despedimos sin dramatismo.

Estoy en contra de los melindres, creo que hay que mirar a la realidad cara a cara y llamarla por su nombre. En los momentos en que estás en paz, con ninguna cuenta pendiente, el encontrar a nuestra compañera será un paso adelante para cumplir nuestro destino, una despedida temporal y una reunión con los que nos antecedieron. Deseo para mí y para vosotros que esos momentos de paz se presenten a menudo en el futuro y que sean lo más largos posible.

Tengamos la maleta preparada con un peso menor que el de un puñado de plumón de ganso.

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